lunes, 22 de abril de 2013

Ma. Amparo Casar: Me urge una explicación sobre la violencia.


Algunas cosas han estado pasando en el mundo de la violencia mexicana, todas parecen positivas, pues los mexicanos hoy declaran que perciben un poco menos de inseguridad que al año pasado.
En su última encuesta, Consulta (abril 2013) reporta que comparado con el promedio de 2012, la percepción sobre inseguridad ha disminuido de 78 a 73%; supongo que para reforzar esta tendencia a la baja, la semana pasada se llevó a cabo el Primer Encuentro Nacional de Comunicadores en Seguridad Pública, evento novedoso en el que autoridades federales y estatales se reunieron para compartir estrategias de comunicación en materia de seguridad pública.
En el evento se plantearon puras cosas sensatas que ayudarán no solo a bajar la percepción de inseguridad, sino también a provocar conductas deseables. Por ejemplo, a alentar a la población a denunciar.
La observación, muchas veces repetida, de que los medios escritos y electrónicos han estado a tono con la decisión del gobierno de no concentrar la atención en el crimen organizado ni darle realce a la violencia, queda comprobada con el 7º Informe del Observatorio del Acuerdo de Medios correspondiente al periodo diciembre 2012 - febrero 2013.

El 'ismo' de Calderón : Recomendación de Tepozteco.


René Delgado
20 Abr. 13
http://www.elnorte.com/libre/online07/imggc/pix.gif
Obsesión enfermiza o ambición legítima de más de un gobernante es dejar un legado que trascienda con mucho el término de su gestión. Agregar un "ismo" a su apellido para perdurar en la memoria hasta quedar inscrito como referente ineludible en la historia donde incidió.

Pues bien, Felipe Calderón lo consiguió, pero no como lo ansió.

Hoy, el calderonismo es referente obligado para entender la barbarie y la violencia criminal, la procuración de la justicia como ariete de la venganza política, el desuso de la inteligencia para dar rienda suelta a la fuerza, la hipoteca de las políticas públicas por la renta electoral, el deshilvanamiento del tejido social para tramar la red de la sospecha, la lealtad como sinónimo de la obediencia acrítica, el menosprecio o la traición como pago al cuestionamiento, el descabezamiento de grandes cárteles como promoción de la competencia criminal, el gasto sin inversión, la corrupción como recompensa, la impunidad en lugar de la rendición de cuentas...

El "ismo" de Calderón es referente para entender todo eso y asumir algo peor: su legado perdurará lastimando al País en lo que se construyen otros derroteros.

Tan terrible realidad impide pronunciarse a favor de la idea de convertir La Estela de Calderón en el Memorial de sus Víctimas. La Estela de Calderón es, por antonomasia, el monumento a la corrupción, la impunidad, la negligencia, la perversidad, la violencia y la pusilanimidad que marcan su paso por la Presidencia de la República.

Lo ocurrido durante su sexenio no fue suficientemente subrayado por la crítica y no se debe olvidar, aunque en el colmo del absurdo el ex Mandatario haya construido un memorial para el olvido. No, la Estela de Calderón debe prevalecer como tal, como símbolo de la ignominia. El monumento del calderonismo.

¿Para qué la cultura? - Denisse Dresser

“¿Para qué la cultura?”, se pregunta Sabina Berman en un texto divertido y provocador que Enrique Peña Nieto debería leer, si decide hacerlo alguna vez. Sabina escribe un capítulo en el libro coordinado por Rafael Rodríguez Castañeda llamado “La agenda pendiente: Los desafíos de Peña Nieto”. Y vale la pena que tanto él como nosotros reflexionemos sobre qué hacer con la cultura en un país que entró a la democracia por la derecha. Que acabó encabezado por un grupo de políticos que no habían leído a los clásicos del siglo XIX ni a los contemporáneos del siglo XX. Gente que desconocía la simple definición de la palabra “cultura” y si pensaba en ella era con el objetivo de darles a los artistas una beca y ya.

Así lo vive Sabina Berman. Así lo presencia. Así lo atestigua. Durante la elección presidencial del 2000 cuando la dramaturga busca el proyecto cultural del PAN en internet y se topa con algo breve y bobo. En un intento por influenciarlo, Sabina se reúne con la encargada de cultura de Vicente Fox -Sari Bermúdez- y le habla de la importancia de retomar el proyecto de José Vasconcelos. Para hacerle llegar toda la cultura a los mexicanos. Para educar a través del arte y la literatura. Para hacer patria con la palabra. Sari Bermúdez escucha atenta y de pronto la interrumpe para decirle: “Espérate, no sigas. Escucha, podemos cenar los cuatro esta noche con el candidato?”. “Con Vicente Fox?”, preguntó Sabina. “Yo traigo a la cena a Vicente y tú trae a José Vasconcelos”, sugiere Sari. Sabina se queda perpleja y dice: “Es que no sé cómo decírtelo. José Vasconcelos está muerto”. “Ay, pobrecito”, responde Sari. Y así.

Esa anécdota se convertirá en botón de muestra de la actitud foxista hacia la cultura a lo largo del sexenio.

Metlatónoc: miseria y explotación


En las comunidades de la Montaña de Guerrero, los abuelos no tienen acceso a servicios médicos; tampoco a vivienda digna ni alimentación sana. Trabajan más de 12 horas al día y consiguen menos de 7 pesos por jornada. Programas para Vivir Mejor prefirieron remozar fachadas y construir curatos antes que establecer el primer hospital para los na’saavi, me’phaa y nahuas de la región. Con esta entrega, Contralínea concluye la serie de crónicas desde las zonas más pobres de México




San Pablo Atzompa, Metlatónoc, Guerrero. Las manos, gruesas y abundantes en callos, deslizan con destreza las hebras de tule. Las palabras en na’saavi fluyen tan rápido como los dedos entreveran los tallos. El matrimonio formado por Daniel Pantaleón Luna y Guadalupe Avilés Cano teje sombreros. Los abuelos, cuyas edades rondan los 60 años, se apresuran a completar una docena, la única manera de obtener algunos pesos.
 
A pesar de que desde el alba y hasta que la luz del sol se va sólo se dedican a confeccionar los rústicos tocados, tienen dificultades para finalizar los seis al día que les corresponden a cada uno. En cuanto completen tres docenas bajarán caminando –un trayecto de 5 horas– hasta la ciudad de Tlapa de Comonfort para venderlos.

Cartón


Amélie Olaiz - La mesa del balcón

Amélie Olaiz,  (Dakiny)

La mesa del balcón

 Pedí la mesa del balcón, nuestro lugar favorito. He desarrollado un gusto agridulce por ese sitio. Quizá porque sentada ahí rescato un poco de nosotros; de ese dulce nosotros que cuando no estoy contigo pertenece al agridulce presente.

Llegué sola con tu libro y me senté a releer un cuento, recomendación tuya, por supuesto. Era el relato que hablaba del vacío ¿lo recuerdas? No me preguntes el nombre del cuento, tampoco el del autor, después de tanto leer me han quedado lagunas. La historia la tenía más o menos clara, pero quise leerla de nuevo porque siempre descubre uno detalles que la mente no registró en las primeras lecturas.

Al abrir las paginas, me percaté de algo que venía sucediendo sin que tomara conciencia: las letras se han gastado por la frecuencia con que mis ojos las recorren. Ahora mismo es tan tenue la tinta que dudo poder terminar de leerlo. Quizá sea la última vez que lo haga. Generalmente no regreso a ver las palabras que van quedando atrás. No lo hago porque dicen que es un defecto de la vista que entorpece la lectura.