jueves, 7 de febrero de 2013

Leo Zuckermann- Dos meses del sexenio de Peña, más de dos mil ejecuciones


El primer mes de este sexenio, diciembre de 2012, hubo mil 166 ejecuciones en México. El segundo mes, enero de 2013, otros mil 32. Por tanto, el acumulado de homicidios relacionados con el crimen organizado durante el gobierno de Enrique Peña Nieto es de dos mil 198. Esto de acuerdo a las cifras que recopila Lantia, una firma de consultores expertos en materia de seguridad en México.
Aunque la violencia continúa en nuestro país, hay una buena noticia: la tendencia es a la baja. Durante la última quincena de 2012 ocurrieron 674 ejecuciones. Esta cifra cayó en 11% para la primera quincena de 2013 a 597 homicidios relacionados con el crimen organizado. Y volvió a caer para la segunda quincena de enero a 435 ejecuciones, otra caída nada despreciable de 27%. Ojalá que esta tendencia se mantenga a la baja.

Ahora bien, hay tres casos regionales de extrema preocupación en el reporte mensual de Lantia: el estado de Nuevo León, en particular el municipio de Monterrey, el Estado de México y la ciudad de Acapulco.
Durante el mes de enero pasado, Nuevo León fue la entidad federativa más violenta de todo el país. Tuvo un incremento de 42% de ejecuciones. Superó a estados con alta presencia de cárteles del crimen organizado como Chihuahua y Sinaloa. Y dentro de Nuevo León, Monterrey destaca: se convirtió en el municipio más violento de todo el país en enero de 2013 con 64 ejecuciones, un aumento de 39% con respecto a diciembre de 2012. Resulta muy preocupante que una de las ciudades más pobladas de la República, con el gran dinamismo económico que caracteriza a los regiomontanos, se encuentre en una situación tan delicada en materia de violencia relacionada con el crimen organizado. Tanto el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, como la presidenta municipal de Monterrey, Margarita Arellanes, tendrían que hacer algo urgente para revertir esta tendencia.

Purificación Carpinteyro - El engaño de la miopía

En apenas el primer periodo y la primera sesión del segundo de la presente LXII Legislatura, han sido no menos de cinco representantes de la Cámara de Diputados que han presentado y aprobado puntos de acuerdo de urgente y obvia resolución, para que el Congreso conmine a la Comisión Federal de Telecomunicaciones a decidir, en palabras más o palabras menos, que desaparezcan las fronteras arbitrarias entre municipios aledaños en toda la República que permiten que las llamadas que realizan sus habitantes se traten como de larga distancia y por lo tanto sean más onerosas para quienes las realizan.

Nadie puede objetar que los clamores de los distintos diputados en la Cámara sean infundados, ni que no pongan el dedo en la llaga dejando claro, para quien lo quiera apreciar, los efectos de la parálisis regulatoria que ha caracterizado al sector por más de 13 años dejando sin solución problemas apremiantes que afectan a la población. Pero vale la pena profundizar un poco más en este tema, que a primera vista pudiera parecer una obviedad, pero que si no se ha resuelto es porque todo aquel que se ha atrevido a intentarlo ha sufrido el ataque certero de los escuálidos -por lo general disfrazados de defensores del "interés de la población"- que los cancerberos de los intereses de los grupos privados del sector de telecomunicaciones pusieron en el tanque para resguardar la llave del cofre de la solución de éste y otros muchos problemas. Y lo digo por experiencia, y porque aún puedo mostrar las cicatrices de sus mandíbulas.


Lorenzo Meyer -Madero, el otro Díaz, Reyes y Huerta

LA HISTORIA.

El "juicio de la historia" no existe. Lo que hay son juicios de los historiadores que generalmente reflejan las preocupaciones de la época en que se hacen. A 100 años de la "decena trágica", ¿qué podemos decir de lo acontecido en 1913?

Muchas cosas pero este espacio sólo alcanza para esbozar algunas.

MADERO

Quienes hace un siglo contribuyeron a la caída y quien ordenó la muerte del presidente Francisco I. Madero lograron lo que no buscaban: inmortalizar a su víctima y desatar una revolución. En contraste, los tres generales que entonces encabezaron la destrucción de la primavera democrática mexicana y ensangrentaron al país -Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta- son hoy símbolos de ambiciones sin grandeza, de fracaso político rotundo y, el peor de ellos, Huerta, es considerado la encarnación misma de la perversión política y de la traición.


La rebelión organizada y encabezada el 9 de febrero de 1913 por los generales Díaz y Reyes, y que involucró a una parte del Ejército en la madrugada de ese domingo, fue la culminación de una conspiración de militares en prisión y en activo que buscaba no únicamente derrocar al Presidente sino echar atrás el reloj mismo de la historia política mexicana: cancelar el esfuerzo -el gran experimento- democrático iniciado por el Partido Antirreeleccionista y Madero tras su negativa a aceptar la legitimidad de la séptima reelección de Porfirio Díaz en 1910.


Cartón del día.