lunes, 14 de mayo de 2012

Sombras

Luz + movimiento.





El México que tenemos: a la sombra del país que quisimos ser.

Recomendacion de Arpegio.
Por Miguel Carbonell.

En México la calidad del debate público es más bien escasa. Mucha de la información que consumimos tiene que ver con dimes y diretes entre la clase política. Gran parte de los espacios comunicativos se llenan con entrevistas de banqueta, la reproducción de comunicados oficiales y los “trascendidos” e interpretaciones de todo lo anterior por parte de reporteros y analistas.
Nos hace falta nutrir a la opinión pública con datos duros, que nos ofrezcan un panorama real de las fortalezas y debilidades del país.

Lo anterior es particularmente importante en el contexto de una campaña electoral en la que abundan las ocurrencias y las propuestas sin fundamento, muchas de ellas realizadas a partir de diagnósticos claramente insuficientes o de plano equivocados. No es improbable que, al momento de ir a votar, lo hagamos sin tener la certeza de qué será lo que nos espera en caso de que nuestro candidato o candidata favorito llegue a ganar.

Es por eso que los ciudadanos deben reparar en todo aquello que no les dicen los candidatos, para efecto de hacerse una idea de los problemas reales de México y de la urgencia de tomar medidas efectivas para superarlos. Si no lo hacemos así, es probable que estaremos condenados a seguir perdiendo el tiempo.

A continuación enumero algunas cifras y algunos temas que son indispensables para tener un mapa del México que tenemos frente a nosotros, como condición indispensable para avanzar hacia el México que queremos construir para el futuro.
Un elemento clave sobre el que tenemos que reflexionar es el del crecimiento económico. Entre el 2001 y el 2010 los países de América Latina crecieron a un ritmo del 3.9% anual. México estuvo muy por debajo de ese nivel, creciendo a un ritmo de 1.7% anual (Datos del INEGI y del Banco Mundial). ¿Cómo le harán los candidatos para dinamizar la economía y hacer que México crezca, prospere y genere los empleos bien pagados que necesita?

Precisamente el tema del empleo debe ser otro aspecto clave para analizar el presente y el futuro de México. Hay que reconocer que tenemos un severo problema en esa materia. En el 2001 la población desempleada era el 2.6%; en el 2011 es el 5.2% Las personas desempleadas se duplicaron en los últimos 10 años. Peor fue la tasa de desempleo entre jóvenes, la cual se triplicó. En el 2001 el desempleo juvenil era del 3.31%, mientras que en el 2011 esa cifra se ubicó en el 9.67% (todos los datos de este párrafo provienen de INEGI).

Los salarios no han crecido al ritmo que sería deseable. En el año 2000 por cada dólar que ganaba un trabajador mexicano, un brasileño ingresaba 74 centavos de dólar. En el 2012 por cada dólar que gana un brasileño, un trabajador mexicano ingresa apenas 39 centavos. En Brasil el salario mínimo es de 347 dólares mensuales, mientras que en México apenas llega a los 140 dólares (Datos del Banco Central de Brasil y del Banco de México).

Un tema insoslayable para los candidatos a puestos de representación nacional tanto a nivel federal como local es el de la seguridad pública. Este es quizá el que más preocupa a millones de mexicanos. Los datos no son alentadores. En el 2001 la tasa de homicidios a nivel nacional era de 10.4 por cada 100 mil habitantes. En el 2010 fue de 22.9 por cada 100 mil. Retrocedimos más de 30 años en esa materia.
Entre el 2005 y el 2010 la tasa nacional de homicidios cuyas víctimas fueron mujeres creció en más del 70%. En 2005 hubo 2.4 homicidios de mujeres por cada 100 mil habitantes. Cinco años después la tasa era ya de 4.2 por cada 100 mil.

En el 2001 fueron denunciados 42 secuestros al mes en todo el país. Para el 2011 esa cifra había crecido hasta los 110 casos por mes. Las extorsiones crecieron un 244% entre 2001 y 2011.
Los ataques a periodistas sumaron tantos que México ya se ubica como el tercer país del mundo más peligroso para los profesionales de la información, solamente por detrás de Irak y Filipinas. Es más peligroso ser periodista en México que en Somalia, Pakistán, Sri Lanka o Afganistán. En el 2000 se denunciaron 95 agresiones a periodistas; en el 2009 fueron 243 (Datos de Reporteros Sin Fronteras).
Otro tema indispensable para el futuro es el de la educación, ya que representa la clave del cambio profundo que México necesita. En esa materia, como pusieron en evidencia la película “De Panzazo” y los detallados informes de la organización Mexicanos Primero, seguimos reprobados. Uno de cada tres jóvenes no puede asistir a la preparatoria y dos de cada tres no podrán estudiar una carrera universitaria.

Seguimos siendo el último lugar entre los países de la OCDE en Lectura, Matemáticas y Ciencias. Invertimos apenas el 0.36% del PIB en Innovación, Ciencia y Tecnología, pese a que por ley está ordenado que se invierta al menos el 1% del PIB.
No es que si diéramos cumplimiento puntual a lo que ordena la citada ley ya hubiéramos avanzado mucho. Basta considerar que Corea del Sur invierte en esta materia el 3.2% de su PIB.
Las cosas no están mejor en materia de impartición de justicia. El INEGI nos informó hace poco que durante el 2010 en el 92% de los delitos no fue iniciada una averiguación previa que pudiera conducir hacia el castigo de los responsables. En el 36% de los hogares mexicanos hubo al menos una víctima de la delincuencia en ese año, en el que se cometieron 22,714,967 delitos. La inseguridad, nos sigue diciendo el INEGI, le cuesta al país al menos 210 mil millones de pesos anuales (equivalentes al 1.53% del PIB).

Frente a esta incidencia delictiva tan alta, el avance de la reforma penal para poder tener un procedimiento de corte acusatorio y oral, más moderno y transparente, avanza con gran lentitud[1]. A nivel federal el Presidente Calderón tardó “solamente” tres años en ser capaz de enviar una iniciativa de nuevo Código Federal de Procedimientos Penales. Ni pensar en los más de 15 ordenamientos adicionales que deben ser reformados en profundidad o creados desde cero[2]. Habrá que seguir esperando. Tampoco en las entidades federativas la velocidad es muy superior. El nuevo sistema de justicia penal solamente funciona por completo (en todo el territorio y respecto de todos los delitos) en dos entidades federativas: Chihuahua y Estado de México. En las demás el rezago es evidente y preocupante.

Nadie puede olvidar en México el tema (doloroso) de la pobreza. Entre 2001 y 2011 el presupuesto para combatir la pobreza tuvo un aumento en términos reales del 160%, pero el número de pobres pasó de 50 a 57.7 millones de personas. Más dinero, pero también más gente pobre. Eso demuestra un claro fracaso de una pieza fundamental de la política social. La pobreza afecta a 2 de cada 3 mexicanos que viven en el campo y de ellos, uno de cada cuatro vive en pobreza extrema.
En las zonas rurales de México 8 de cada 10 personas no tienen acceso a seguridad social, 5 de cada 10 no tiene servicios básicos en su vivienda ni acceso a servicios de salud. Uno de cada tres no tiene acceso a una alimentación suficiente y adecuada.

El sector salud presenta también problemas serios. El 56% de la población mexicana, según datos de CONEVAL dados a conocer en 2010, no es derechohabiente de la seguridad social. Únicamente el 44% tiene“seguridad social integral”, lo que incluye acceso a servicios de salud, pensión y seguro de riesgos en el trabajo. Nadie goza de seguro de desempleo.
En 44 de cada 100 localidades en el ámbito rural no se cuenta con una clínica o centro de salud. Más vale que sus habitantes no se enfermen, porque no podrán encontrar asistencia pública para aliviarse.
México gasta el 2.7% del PIB en salud pública. El promedio de los países de la OCDE es de 6.4% del PIB. Estamos, también en eso, muy rezagados.

Nos hemos quedado atrás respecto a países cercanos. En el 2001 el PIB nominal de México era de 622 mil millones de dólares y el de Brasil era de 553 mil millones de dólares. En el 2010 los brasileños ya nos habían rebasado (y por mucho). El PIB nominal de México era de 1,039 mil millones de dólares y el de Brasil de 2,087 mil millones. Crecieron más rápido que nosotros; hicieron mejor su tarea y remaron juntos con determinación hacia el mismo objetivo. Nosotros nos seguimos perdiendo en disputas completamente estériles y dejamos de hacer las reformas necesarias para avanzar más velozmente.

En el 2001 México recibía el doble de inversión extranjera que Brasil. Hoy los brasileños nos ganan por goleada. En el 2001 México recibió 29 mil millones de dólares de inversiones extranjeras y Brasil 22 mil millones. En 2010 México recibió 18 mil millones de dólares, pero Brasil alcanzó la cifra de 48 mil millones.
Quizá por todo lo que llevamos dicho es que la gente en México no está satisfecha con el funcionamiento del sistema democrático. Según datos de Latinobarómetro, el promedio general de satisfacción con la democracia en América Latina es de un 39%. Los mexicanos tienen un promedio de satisfacción de solamente el 23% y se encuentran en último ligar de la tabla, empatados con Guatemala.

No sirve de nada decir que toda la culpa de nuestro bajo desempeño es de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Eso no es cierto y una simplificación de ese calibre es inaceptable. El fracaso de los años recientes es corresponsabilidad de una clase política bastante patética y mediocre, que ha privilegiado sus propios intereses por encima de los intereses ciudadanos.
A la vista de todo lo que nos falta por hacer, lo importante no es repartir las culpas, sino exigir a los candidatos proyectos viables, propuestas sólidas para un país que hoy no es ni la sombra de lo que soñó ser hace unos años.

Leido en : http://www.miguelcarbonell.com/docencia/el_Mexico_que_tenemos_a_la_sombra_del_pais_que_quisimos_ser.shtml

Dresser - Los bonsai

Así fueron durante el debate. Cuatro candidatos miniatura, como los árboles bonsai de la tradición  artística japonesa. Chiquitos, como en contenedor. Pequeños, como una planta diseñada para la contemplación. Menudos ante el tamaño de los retos que México enfrenta. Incapaces de proponer reformas audaces, adoptar posiciones controvertidas, ofrecer más allá de los lugares comunes. Mirarlos deja en el espectador un sentido compartido de desilusión, de desesperanza. He allí un formato rígido que convierte la interpelación sustantiva en una sucesión de monólogos. He allí un ejercicio fársico en la cual se comenta más lo que asoma en el escote de una edecán que lo que pasa por las mentes de sus participantes.

Enrique Peña Nieto, que gana porque logra articular una oración con sujeto, verbo y predicado sin teleprompter. Alguien que reduce las expectativas al mínimo para después sobrepasarlas con el argumento de que no es tan estúpido como suponíamos. Alguien que según las tendencias electorales, gana porque mantiene la distancia de 20 puntos que lo separan de sus principales competidores. Peña Nieto, el beneficiario de una panista que no logra noquearlo y un perredista que tampoco lo hace. El candidato que se erige en triunfador por tan sólo resistir; por tan sólo contestar; por no perder la ventaja; por convertir el ataque en la mejor defensa. El candidato del "por lo menos": por lo menos puede presentarse en la pantalla sin reproducir el ridículo que hizo en la FIL de Guadalajara. Por lo menos es mejor que el PAN de los últimos doce años, dicen quienes no perciben el regreso probable del PRI a los Pinos como una regresión.

Josefina Vázquez Mota, la gran perdedora de la noche porque insiste en decir que es "diferente" pero no logra explicar por qué. La candidata que intenta instrumentar una estrategia de contraste con el PRI, cuando debería aplicarla con respecto a sus predecesores panistas. Queda atrapada entre un priismo que capitaliza el voto de castigo al PAN y un perredismo que le apuesta a ser el cambio verdadero. Le falta claridad para decir en qué sería diferente de Vicente Fox, de Felipe Calderón, de los últimos doce años de gobiernos panistas. Ataca a Peña Nieto pero no logra darle un golpe contundente; critica al PRI pero deja ir la oportunidad de mostrarlo como el partido que ha obstaculizado todas las reformas que ahora el puntero presidencial ofrece. Tenía que demoler al mexiquense metrosexual y no logra hacerlo. No logra subrayar las contradicciones de un priismo que se pinta como modernizador en la teoría pero nunca lo ha sido en la práctica. No transmite convicción, no despierta convicción. Se le ve desdibujada, artificial, fingida, fuera de tono.

Andrés Manuel López Obrador tampoco obtiene lo que quería: exhibir a Peña Nieto y hundirlo, acosar al priista y evidenciarlo. Aunque sustituye a la República amorosa por la República rencorosa, los golpes propinados al priista lo dejan aún de pie. No trae consigo algún ataque novedoso, alguna evidencia enervante, alguna investigación fresca. Se convierte por ello en el emisario de un pasado que a pocos -lamentablemente- les interesa: la conexión con Arturo Montiel y Carlos Salinas de Gortari, el cordón umbilical que une al peñanietismo con las televisoras, la corrupción como huella dactilar del PRI. AMLO iba a informar en vez de debatir, pero su información huele a viejo. De nuevo se erige en el luchador social que no sabe cómo ser político profesional. Eso hubiera implicado -entre otras cosas- colocar de manera correcta la fotografía que traía consigo en lugar de mostrarla al revés. Se le ve cansado, agresivo, reiterativo, poco propositivo.

Y la gran sorpresa del evento. Gabriel Quadri que se adueña del escenario -y del voto de los indecisos- con la libertad que provee ser un candidato sin nada que perder. El "ciudadano" que no lo es porque de independiente tiene muy poco. El candidato que Elba Esther Gordillo ha hecho suyo y se encarga de edificar. Con propuestas políticas y económicas que el SNTE jamás aceptaría y a las cuales se opone. Con una combi ciudadana a la cual Quadri se sube sólo dos cuadras antes de cada evento al que va. Hay un plan de trabajo que La Maestra ha puesto en marcha, el cual el ecologista sigue al pie de la letra: te doy la plataforma desde la cual propulsarte y a cambio me das los 2 puntos de la votación que el Panal necesita para conservar el registro. He allí un intercambio de apoyo, dinero y promoción mediática. Todo para que el Panal pueda continuar siendo un instrumento de extorsión política. Un factor de chantaje electoral, que los maestros pagan con los 6 millones de pesos que el SNTE recibe todos los días de la cuota magisterial.

Candidatos miniatura como los árboles que los japoneses usan para decorar sus casas y jardines. Producto de una democracia disfuncional y de un IFE debilitado. En Japón los bonsai son considerados una obra de arte que amerita la contemplación. Pero en su versión mexicana sólo parecen arbustos disminuidos por la maceta mal formada que les dio vida.



Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/657/1312861/

Puig - 49 descuartizados para una campaña



Otra vez el horror.

49 seres humanos asesinados y parcialmente descuartizados aparecieron en la carretera libre entre Monterrey y Reynosa. Hecho nunca antes visto en la historia del estado de Nuevo León, según leo en MILENIO.

Se encadena la masacre con los colgados en Nuevo Laredo, o los aventados en Jalisco, o los asesinados en Tamaulipas…

Las bandas criminales siguen jugando su partido y el árbitro no tiene idea ni de las reglas ni de las estrategias de los jugadores. Se repiten las masacres en uno y otro estado porque la impunidad abarata el homicidio.

Cito a Alejandro Hope, experto en asuntos de droga y violencia que dirige el proyecto “Menos crimen, menos castigo”, del IMCO y México Evalúa:

“Los delincuentes pueden ser psicópatas, pero no son irracionales: no masacran a inocentes (solo) por diversión. Lo hacen porque ya nos tienen calados, porque saben cómo van a reaccionar las autoridades, porque entienden que pueden apilar cadáveres a costo marginal casi cero para su causa. Y mientras no los convenzamos de lo contrario, los muertos se van a seguir contando en docenas”.

Hope explica que las autoridades caen en el juego de las bandas que lo que quieren con tales demostraciones de brutalidad es calentarle la plaza a la banda rival. Y propone que en lugar de desplegar todo un operativo en donde tiran a los muertos, se castigue a quienes perpetran estos horrores en sus propias plazas.

La masacre sigue acumulando fatalidades en el Nuevo León de Rodrigo Medina, cada vez más cerca de ser el líder en asesinatos relacionados con el crimen organizado. Y ha regresado con fuerza al Jalisco de Emilio González. Como para que nos demos cuenta que la barbarie no tiene preferencias partidistas.

Ante lo sucedido el fin de semana en Nuevo León, resulta patético escuchar la falta de imaginación de los candidatos en su propuesta para enfrentar la violencia.

Paralizados ante un fenómeno al que parecen temer.

Cinco años y medio después del primer operativo en Michoacán, esto es lo que dicen las autoridades de Nuevo León en voz del vocero de seguridad, después de encontrar 49 cuerpos descuartizados:

“Sabemos, por las características, que sigue siendo una manifestación de violencia entre bandas del crimen, esto no es un ataque contra la población civil, es muy importante recalcarlo, definitivamente se tendrá que averiguar, hasta sus últimas consecuencias, el móvil de todo esto es una repetición de hechos en otros estados y se tendrá que tener mucha atención para poder, de manera como vayamos identificando a las víctimas, tener mayores rastros en la investigación”.

Para llorar

Cárdenas - Daaaaños que destapar!



La rechifla contra Enrique Peña Nieto en la Ibero prueba dos cosas: la enorme vulnerabilidad de las campañas políticas —ésta en especial—, cuyo éxito o fracaso depende, a veces, no de los miles de votos seguros o indecisos, sino de la fragilidad de la imagen.

Y si fracasa la imagen puede fracasar todo lo demás.

Hace algunas semanas se hablaba de la estrategia de Peña Nieto para llegar al debate del 6 de mayo en las mejores condiciones posibles. Lo hizo mediante un sistema de control de todas sus actividades. Ambientes seguros y protegidos, se les llama en el catálogo de la estrategia electoral.

Sin embargo, los votos no están en los ambientes protegidos ni controlados. Los votos están en la calle y corresponde a los aspirantes seducir a los electores… persuadirlos, convencerlos y comprometerlos.

Los entusiastas de Peña Nieto presumían hasta hace unos días el recubrimiento de teflón que le brinda ser puntero… pero eso de nada valió en la Ibero.

Poco importa si los pretextos de la repulsa son ciertos o inventados. De nada sirve echarle la culpa a los provocadores… con ellos está empedrado el camino del infierno. Los provocadores provocan… y los reventadores revientan.

En este caso, cuya dimensión apenas comienza a comprenderse cabalmente, incidió el olvido de la estrategia de seguridad del candidato. No de la seguridad para evitar ataques físicos o atentados, no. La seguridad de los ambientes probados, comprobados, confirmados y reconfirmados como seguros.

El cambio del mitin cerrado en espacios asépticos a la aventura de transitar por terrenos minados sobre advertencia puede resultar a veces heroico y valeroso, pero no siempre se traduce en aumento de puntos o ganancia en las preferencias electorales.

Si la decisión de acudir el pasado viernes negro, primero con Carmen Aristegui a recibir una reprimenda radiofónica —con evidente guión amoroso— ya era un riesgo, presentarse en el auditorio José Sánchez Villaseñor de la Iberoamericana, resultaba al menos una temeridad. El repudio había sido anunciado… las consecuencias se sabían de antemano.

Cuando ocurren estas cosas, los equipos despliegan una estrategia llamada “control de daños”, la cual puede resultar exitosa o no, pero de ninguna manera evita un hecho: sólo se controlan los daños cuando ha ocurrido algo dañino.

Si Peña Nieto logra exhibirse como una víctima de la intolerancia y la anarquía, si convierte a los “chavos” de la Ibero en barbajanes manipulados por sus opositores, logrará convertir un hecho negativo en un aumento, así sea mínimo, de su capital reflejado en las encuestas.

Pero este paso en falso dificulta la marcha y genera desconfianza. El debate de Guadalajara está a la vuelta de la esquina y no faltará (si los escotes lo permiten) quien aluda al asunto. Josefina no podría hablar, pues se expone al recordatorio de su estadio vacío. Pero Andrés Manuel no tendrá mayor objeción: en todas partes lo han recibido y no lo han echado de ninguna escuela.

MONJE LOCO: Cuando López Obrador dice: no le deseo mal a nadie, y se refiere, sarcástico, al viernes negro de Peña Nieto en la Ibero, no puede esconder un brillo malévolo en sus expresivos ojitos tropicales. ¿De veras nadie de los suyos metió la mano? Nadar entre tiburones es peligroso para cualquiera… menos para los tiburones. Ya se sabe, se supo…

Leído en 
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=833850

Riva Palacio - El regreso de Humpty Dumpty

Iniciada la siguiente fase de la campaña tras el debate presidencial, Andrés Manuel López Obrador, como lo hizo en 2006, se volvió a encerrar en Humpty Dumpty, esa figura en forma de huevo, personaje de Lewis Carroll en “Alicia en el País de las Maravillas”, que es la metáfora de su instinto político. Este poderoso candidato, parafraseando a la historiadora Bárbara Tuchman, suele olvidar que la política debe ser política de un grupo y no de un individuo, lo que lo puede llevar al fracaso una vez más. 

López Obrador hizo una campaña sectaria en 2006 encerrado con sus incondicionales, con los que creó un aparato electoral alterno al PRD. Se aferró a decisiones personales –ausentarse al primer debate o preferir el plantón que una huelga de hambre-, y tácticas –decirle al presidente de Cemex, Lorenzo Zambrano, que lo buscaba para apoyarlo, que lo recibiría después de ganar la Presidencia-. En su libro “La Marcha de la Locura”, Tuchman recuerda a Luis XIV como uno de los líderes paradigmáticos del actuar en contra del interés propio, que suena muy familiar en el trópico.

López Obrador hizo una autocrítica el año pasado donde reconoció esos errores, que es un ejercicio indispensable para evitar caer una vez más en lo mismo. Sin embargo, ha vuelto a ser lo que siempre fue, un político que actúa más empírico que profesional, más por instinto que disciplinado al trabajo de equipo. El pasado no fue prólogo sino anécdota, a decir por lo que ha sucedido últimamente en su equipo estratégico.

Su forma unipersonal de liderazgo aceleró conflictos internos –naturales por cierto- en su equipo cercano, que salvó las deserciones pero quitó energía colectiva al proyecto. Más adelante se dio el choque entre el coordinador de la campaña, Ricardo Monreal, con el equipo de imagen y propaganda, que encabezan el cineasta Luis Mandoki, y un estratega uruguayo. 

Monreal sufre por falta de apoyo –la auditoría a la propaganda exterior de Enrique Peña Nieto lo hizo sin respaldo de López Obrador–, y Mandoki sufre porque el candidato no se atiene a la estrategia –pese al éxito de la República Amorosa que le frenó los negativos-para buscar el voto de los indecisos. Se vio en el debate, donde beligerante y recurrente en temas, habló a su vieja clientela, vis-a-vis el nuevo spot de su campaña, donde no toca ninguno de esos temas y ni siquiera aparece él, donde apela a ese gran mercado clasemediero donde están los votos que necesita para entrar en competencia real.

El caso del monarca Luis XIV es, en efecto, paradigmático. Provocó el desplome de Francia al agotar sus recursos humanos y económicos, mediante medidas que su corte, lejos de cuestionar, aplaudieron. Incluso Madame de Pompadeur, amante de su sucesor, diría con soberbia: “Después de nosotros, el diluvio”. Como planteó Tuchman, persistir en la insensatez es una forma de locura.

El Humpty Dumpty que tiene López Obrador en su corazón lo llevó en 2006 por ese camino. La política no se mide por actos de fe, sino por resultados. Y en ese contexto, fracasó. Hoy en día, el camino equivocado de hace seis años lo tienen muy por debajo del candidato que fue entonces, pero su discurso y lenguaje sigue siendo como el del personaje de “Alicia en el País de las Maravillas”, cuando le dice con ironía: “Cuando uso una palabra significa exactamente lo que he elegido que signifique; ni más, ni menos”.

La dicotomía en su propio mensaje, o entre sus frases y sus spots, provoca que la palabra de López Obrador signifique muchas cosas para muchos públicos. En 2006, su retórica no le alcanzó ni en las urnas, como dijeron las instituciones, ni en las percepciones, que le habrían alimentado y fortalecido su lucha post electoral. Volvió en 2012 en un segundo esfuerzo por la Presidencia, pero evocando al Ricardo III de Shakespeare –a quien se presume estuvo atrás de los acertijos de Humpty Dumpty–, al final de todo no le basten todos los hombres y los caballos del Rey para volverlo a poner en lo alto del muro en que estaba, tras haber destruido todo lo que había logrado. Falta la mitad de la campaña presidencial y López Obrador va mejor de lo que se había anticipado, inclusive a pesar de él. Si ahora coopera con su equipo, como no lo hizo en 2006, se ayudará, ayudará a la izquierda y al país, introduciendo el contrapeso y la opción que muchos buscan.


Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-regreso-de-humpty-dumpty

Ciro - Los gritos en mi Universidad, la Ibero


La elección presidencial que me tocó cuando estudié Comunicación en la Universidad Iberoamericana fue la de 1976. Iba en primer semestre. Compitieron el priista José López Portillo y …nadie. Era tan desolador el panorama que el PAN no postuló candidato. Y la izquierda electoral no había nacido.
El candidato del PAN en 1970, don Efraín González Morfín, fue mi generoso y erudito profesor de Legislación de Medios. Además de los fundamentos del periodismo (muy útiles todavía, gracias a Mier, Giardinelli, Prieto, Bernetti), en la Ibero descubrí la filosofía con Miguel Manzur, aprendí a amar la literatura con Guillermo Sheridan y me apasioné de la sociología en las clases de Luis Aguilar. Pero la política electoral era algo ajeno, sin importancia.
De ahí que mi primer sentimiento al ver las imágenes de la trifulca del viernes en torno de Peña Nieto fueran de nostálgica envidia. No entiendo a quienes equiparan los gritos de los jóvenes de la Ibero con el fascismo. Qué colosal confusión de conceptos.
Cierto que, como hace 36 años, un estudiante de la Ibero habita en la zona privilegiada de la sociedad mexicana. Pero motivos para la angustia, el rechazo y la furia no faltaban ni faltan hoy.
Toda cultura se ha de estudiar como comunicación, decía Umberto Eco en mi cuaderno Scribe. Los gritos de “asesino”, “no te queremos aquí”, salieron de las voces de la generación de la guerra contra el narco, el mercado profesional hostil y la desilusión por muchas de las prácticas de la democracia formal.
Voces iracundas, utópicas quizá, creo que genuinas, honestas. No les reclamemos que no se hayan comportado con civilidad ejemplar, carajo. No a estos jóvenes del Siglo 21.  

Cristina Pacheco - Su único hermano.

Cristina Pacheco.
(1941)

I
Otra vez Carolina, mi suegra, se me presentó sin avisar. Dijo que andaba cerca y pensó en venir a visitarnos. Le advertí que Santiago no estaba. Lo mandaron a León para comprar unas refacciones y no volvería hasta la noche. Ella me sonrió en espera de algo más. No supe qué decirle, pero me hice a un lado para invitarla a pasar.

Carolina entró con precaución, como si temiera golpearse con los muebles o romper algo. Las pocas veces que viene hace lo mismo. Esa actitud suya no me gusta. Se ve como una extraña y no como lo que es: la madre de Santiago. En parte él resulta culpable de que Carolina se porte de esa manera. Al besarla, él apenas la toca con los labios y cuando le habla lo hace con frialdad, a distancia, como si el recuerdo de Miguel abriera entre ellos una zanja cada vez más grande.

Cuando le hago notar el comportamiento hacia su madre, Santiago me dice que no lo entiendo, que sólo podría hacerlo otra persona a la que hubieran engañado como a él. Acabo por darle la razón. A lo mejor yo actuaría como Santiago si de pronto mi madre se creyera obligada a revelarme que un ser muy querido, muerto hace 10 años, no falleció como me dijeron (a causa de una enfermedad o de un accidente) sino que se suicidó. Fue lo que hizo Miguel, el hermano nueve años mayor que Santiago.

II 
Supongo que no hay una pena más grande que mirar el cuerpo de un hijo meciéndose desde lo alto de un árbol. Así encontró Carolina a Miguel una tarde al regresar de su trabajo. Eso ocurrió cuando Santiago apenas había cumplido tres años. Era muy pequeño y no pudo comprender la desesperación de su madre ni por qué sus tíos se lo llevaban a su casa. Allí permaneció varias semanas, mientras mi suegra lograba sobreponerse al golpe y recuperar el interés por vivir.

Envidio la buena memoria de Santiago, pero a veces preferiría que no fuera tan exacta, sobre todo cuando piensa en aquella etapa de su vida. A pesar de la edad que tenía entonces recuerda muy bien su angustia por no ver a su madre y a su hermano y la serie de mentiras con que sus tíos justificaban sus ausencias: No te pongas triste. Mamita no vino hoy porque le salió mucho trabajo; tanto que ni siquiera nos habló por teléfono. “Carolina no ha tenido tiempo de venir a recogerte y si tampoco lo ha hecho tu hermano es porque a tu mamá no le gusta que el Migue ande solo. Además, como él ya está en segundo de secundaria, tiene muchísima tarea y en eso se le va toda la tarde”.

Santiago acababa por creer que todos esos pretextos eran verdad, pero aun así quería reunirse con su madre y sobre todo con Miguel. Lo veía como a la persona más maravillosa del mundo y lloraba su ausencia todo el tiempo. Para tranquilizarlo, sus tíos inventaron nuevas mentiras: “Migue está tomando clases por la tarde. Si no se pone al corriente volverá a reprobar y no quiere darle ese disgusto a Caro”. Tu hermano no te ha llamado porque tiene muy inflamadas las anginas y el médico no quiere que hable.

Cuando la situación se volvió insostenible ante Santiago, los tíos urdieron lo del viaje: Miguel se ganó una beca en la escuela para estudiar en Estados Unidos. Eso queda muy lejos y tardará un poquito en volver. Pero te escribirá y te hablará por teléfono en cuanto pueda.

Generosos, le inventaron cartas dirigidas a él y telefonemas que se interrumpían justo en el momento en que Santiago tomaba el auricular.

Mi marido se recrimina por no haberse dado cuenta de que algo terrible estaba sucediendo. Le aconsejo que no se culpe y recuerde que era sólo un niño de tres años a quien es imposible decirle la verdad. Él insiste en que hubiera preferido saber que su hermano estaba muerto y no sufrir la desilusión que sintió al regresar a su casa y no encontrarlo.

Aquel día pasó mucho tiempo buscándolo, llamándolo –“No te escondas, Migue. Ya sabes que me asusto cuando no te veo. ¡Háblame!”–, hasta que Carolina no pudo más y le suplicó que dejara de hacer eso. Su hermano no iba a regresar porque estaba muerto. Santiago recuerda la forma en que su madre lo estrechó con desesperación mientras le daba explicaciones acerca de la terrible enfermedad que había acabado con la vida de Miguel.

Santiago perdió el apetito y el habla. Me lo imagino silencioso, detenido frente a una palabra enigmática y demasiado grande –muerte– sobre todo para un niño que, a punto de cumplir cuatro años, ha vivido desde siempre sin su padre y comprende que para siempre vivirá sin su único hermano.

III 
Mi esposo tuvo muy poco trato con Enrique, su padre. Carolina lo describe como un aventurero. A los pocos meses de su matrimonio él aceptó trabajar en una compañía de mudanzas que daba servicio hasta Estados Unidos. Conoció a su primer hijo, Miguel, cuando el niño acababa de cumplir un mes. El fervor de la paternidad le inspiró el deseo de buscar un trabajo más estable. Lo encontró en una fábrica de tinacos. Pronto allí mismo le ofrecieron que tomara una plaza de supervisor en Guanajuato. Se fue bajo juramento de que mandaría llamar a su familia en cuanto se estabilizara, pero nunca lo hizo, ni siquiera cuando lo trasladaron a Monterrey y mejoró en algo su situación.

Luego se mudó a Tijuana. Según me ha contado Carolina, desde allí les enviaba dinero cada quincena, y los domingos hacia las siete de la noche les hacía una llamada telefónica breve, llena de palabras cariñosas que a ella le sonaban falsas. Cuando era el turno de Miguel para hablar con su padre el niño sólo le pedía que le dijera cuándo iba a volver. Carolina se refiere mucho a aquellas tardes en que, al terminar la comunicación, abrazaba a Miguel y lo hacía prometerle que él nunca, bajo ningún motivo, iba a abandonarla.

Cuando ya nadie lo esperaba Enrique volvió en una Navidad. Permaneció en la casa más de dos meses. Aunque lo disimulara –me ha dicho mi suegra– ella notaba su urgencia por irse otra vez. Al fin cedió a su impulso. Carolina había quedado encinta. Por teléfono mantuvo a su marido al tanto del embarazo. En octubre le anunció el nacimiento del niño. Los dos estuvieron de acuerdo en llamarlo Santiago. Enrique sugirió que el bautizo se pospusiera hasta diciembre. Fue lo último que Carolina escuchó y supo de él.

A partir de ese momento la situación económica se agravó. Carolina se vio en la necesidad de trabajar. Hizo de todo: sirvienta, mesera, ayudante en un salón de belleza, cuidadora de enfermos, agente de productos naturistas. Hubo una época en que atendía dos trabajos a la vez y se vio obligada a desatender a sus hijos. Por las mañanas dejaba a Santiago bajo el cuidado de una vecina que se sostenía prestando en su casa el servicio de niñera. Luego se iba con Miguel hasta la escuela. Al dejarlo en la puerta le suplicaba que pusiera atención en las clases, no perdiera el tiempo ni la oportunidad de aprender que ella le brindaba con tantos y tantos sacrificios.

Siempre que mi suegra nos describe aquellas mañanas pienso en cuántas veces le habrá repetido a su hijo mayor la palabra sacrificio, y en cómo habrá llenado a Miguel de culpa al saber que cada palabra, cada fecha aprendidas, estaban escritas con el sudor de su madre. Nunca se lo he dicho a Santiago, pero no dudaría de que su hermano se haya quitado la vida para liberar a Carolina de la carga que él le representaba.

Mi suegra ya ha tenido demasiados sufrimientos como para agregarle otro: el rencor de Santiago. Cuando puedo, trato de hacerle ver que su madre le ocultó la forma en que Miguel se quitó la vida para protegerlo y evitar que la muerte de su único hermano le resultara aún más dolorosa al saber que se había ahorcado. Ella cargó sola esa imagen terrible durante años, hasta que una enfermedad la puso cerca del fin y decidió revelarle la verdad a Santiago.

Fue hace poco. Hablaron a solas. No sé de qué palabras se habrá valido Carolina para describir una escena abominable que por desgracia se repite más cada día. Lo sé por los periódicos. Con frecuencia publican notas acerca de niños suicidas. Al leerlas, pienso que tal vez no tuvieron libertad ni esperanza ni suficiente amor como para creer en que valía la pena mirar hacia el futuro.

Leído en: http://www.jornada.unam.mx/2011/09/25/sociedad/040o1soc

SOLO SE NECESITA MIEDO.



Había un rey de corazón puro y muy interesado por la búsqueda espiritual. A menudo se hacía visitar por yoguis y maestros místicos que pudieran proporcionarle prescripciones y métodos para su evolución interna. Le llegaron noticias de un asceta muy sospechoso y entonces decidió hacerlo llamar para ponerlo a prueba.

El asceta se presentó ante el monarca, y éste, sin demora, le dijo:

–¡O demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!

El asceta dijo:

–Majestad, os juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y sobrenaturales. Veo un ave dorada en el cielo y demonios bajo la tierra. !Ahora mismo los estoy viendo! ¡Sí, ahora mismo! 

–¿Cómo es posible -inquirió el rey- que a través de estos espesos muros puedas ver lo que dices en el cielo y bajo tierra?

Y el asceta repuso:

–Sólo se necesita miedo.

*El Maestro dice: Caminar hacia la Verdad es más difícil que hacerlo por el filo de la navaja, por eso sólo algunos se comprometen con la Búsqueda.

Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India

FIN.
La minina dice: Colorín, colorado los 101 cuentos han acabado, muchas gracias por leerlos.

Cuento de Oriente - Tres cráneos

En el techo del mundo, o sea en el Tibet, un peregrino, con motivo de una larga peregrinación a uno de los santuarios más sagrados, encontró tres cráneos.

La noticia se extendió por todas las partes y llegó hasta el rey. Los tres cráneos se habían encontrado juntos y nadie sabía de su procedencia. El rey sintió gran curiosidad por el suceso y ordenó que le trajeran los cráneos.

Los colocó ante sí, los observó y se preguntó:

- ¿A Quiénes pertenecían estos cráneos?

- ¿Qué clase de personas serían sus propietarios?

Quedó pensativo y se dijo:

- Me gustaría saber cual de las tres personas era la más bondadosa? El monarca era un hombre joven, que valoraba la benevolencia en los seres humanos. Aquellos cráneos le intrigaban. ¿Cómo investigar algo sobre ellos? Entonces le hablaron de un lama-médico forense.

- Hacedle venir – ordenó el rey

- Quiero ver a ese lama-médico lo antes posible.

Unos días después, procedente de su monasterio en remotas tierras del país de las Nieves, llegó el lama-médico.

- Tengo conocimiento de que eres no sólo un piadoso lama, sino un gran forense. No te voy a entregar una tarea fácil, pero confio en ti. Mira estos tres créneos. Los encontró un peregrino en una de sus peregrinaciones. Estaban juntos y yo no he podido dejar de preguntarme cuál de ellos pertenecía a la mejor persona de las tres. ¿Podrías averiguarlo?

- Necesito unos días, majestad – dijo el lama seriamente.

- En ese tiempo espero poder traeros una respuesta que os satisfaga.

- También yo lo espero – concluyó el rey.

El lama-médico se llevó los cráneos con él. Durante unos días se encerró en la celda de un monasterio a investigar minuciosamente sobre los mismos. En principio no era una tarea sencilla.

Unos días después, el lama-médico acudió a visitar al monarca.

El rey no podía disimular su impaciencia.

 - Has descubierto algo? – se apresuró a preguntar

- Sí, señor, tengo la respuesta.

Colocó los tres cráneos sobre una mesa y señaló uno de ellos.

- Éste, seguro, era el cráneo de la persona más bondadosa.

- ¿Seguro? – preguntó escéptico el rey.

- Quiero una explicación convincente.

El lama-médico se expresó así:

- Cogí uno de los cráneos y pasé un alambre por uno de los oídos y observé que el alambre salía directamente por el otro oído. Sin duda se trataba de una persona a la que lo escuchado a los demás le entraba por un oído y le salía por el otro.

El médico retiró ese cráneo y añadió:

- Mirad majestad, este otro cráneo. Lo investigué a fondo. Introduje un alambre por el oído y el mismo salió directamente por la boca. Era el cráneo de una persona que, indiscretamente, contaba en el acto todo lo que había escuchado.

El monarca no pude reprimir la risa. Luego se puso serio y le dijo:

- ¿Y el tercer cráneo?

El lama-médico tomó entre sus manos el tercer cráneo y añadió:

- Señor, este cráneo es el que pertenecía a la persona más bondadosa

- ¿Por qué? Os lo explicaré. - Recurrí de nuevo a la prueba del alambre. - Inserté el alambre por uno de los oídos y éste apareció por el corazón. Así se evidencia que esta persona escuchaba con amor a los demás y sabía guardar sus secretos. No era solamente la más bondadosa, sino también la más sabia y prudente.

El monarca, muy complacido, dijo: - Si eres tan buen lama como forense, no dudo de que alcanzarás la iluminación.

El lama-médico no quiso ninguna recompensa. En una humilde mulilla regresó a su monasterio. 

Maestro: la bondad impregna pensamientos, palabras y obras.

Leido en cuentos espirituales del Tubet de Ramiro A Cale

Cartones de hoy