lunes, 7 de mayo de 2012

El campeón del debate. Por Andrés González.


Le duela a quien le duela.

Carton. Por Andrés Gonzales


Obrador asegura que la televisión impuso a Santa Anna como presidente…


Quadri el mejor calificado según María de las Heras



Nueve grupos de enfoque conducidos desde siete ciudades arrojaron que el aspirante de Nueva Alianza se llevó la noche, con López Obrador en segundo puesto; Peña Nieto tuvo las peores evaluaciones




El candidato de Nueva Alianza Gabriel Quadri, le correspondieron las mejores calificaciones en el primer debate presidencial según el grupo de enfoque dirigido por María de las Heras. Cuatro de cada 10 personas consultadas dijeron que a él le fue mejor, mientras que Josefina Vázquez Mota corrió con la peor, sólo 10% consideró que le fue bien.

La directora de Demotecnia condujo un ejercicio de evaluación a los participantes en el debate al que fueron invitados ciudadanos de ocho ciudades de la República, que emitieron sus juicios en forma simultánea. Lo que se buscó con este trabajo es cómo reacciona la gente frente a un intercambio de ideas de los presidenciables. Las personas seleccionadas eran amas de casa, estudiantes, empresarios, taxistas, comerciantes y personas que trabajan por su cuenta. La mayoría tenía estudios de licenciatura y la composición era de 45.57% hombres y 54.43% mujeres.

A la pregunta de a quién le fue peor, la mayoría respondió que Enrique Peña Nieto, que recibió 54.43% de opiniones negativas; en ese mismo rubro, la panista tuvo 25.32%, López Obrador 10.13% y 2.53% para Gabriel Quadri.

Andrés Manuel López Obrador fue considerado el más apto para gobernar, ya que 40.51% se inclinó por él cuando se hizo la pregunta. El candidato del PRI cuenta con 18.99% de la aprobación; a pesar de las buenas opiniones que recabó, sólo 1 de cada 10 consultados consideró que Quadri puede gobernar nuestro país.

En términos de confianza el candidato de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador fue el mejor calificado, con 36.71%. La menos confiable fue la candidata del PAN, con apenas 13.91%.

La categoría del más honesto de los candidatos fue para Quadri, a quien aprobaron 4 de cada 10 personas; el abanderado de la izquierda quedó en segundo lugar, Peña Nieto en tercero y el último de nueva cuenta fue para la candidata Vázquez Mota.

Los candidatos cuyas propuestas fueron calificadas como las mejores fueron Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri; cuando la evaluación fue quién los convenció más con sus expresiones ambos abanderados también estuvieron bien percibidos por el panel ya que se les situó como los candidatos que mejor transmitieron sus ideas.

En los resultados de los grupos de enfoque o paneles, el candidato que más gustó durante la primera intervención, en la que hicieron su presentación, fue Andrés Manuel López Obrador, con 32.91%, seguido con un empate Gabriel Quadri y Enrique Peña Nieto  24.05%, mientras 11.39% quedó la candidata Josefina Vázquez Mota.

Sobre la primera participación la peor evaluada fue Vázquez Mota, quien obtuvo 35.44%, seguida de Quadri y Enrique Peña Nieto con 18.99%, en tanto Andrés Manuel López Obrador quedó con 15.19%.

Durante la segunda ronda de preguntas, dedicada al tema economía y empleo, la percepción del grupo fue que Gabriel Quadri fue el que mejores argumentos expuso, además de generar una percepción positiva con un 37.31 %; Andrés Manuel López Obrador recibió 28.36%, Enrique Peña Nieto 17.91 y por último lugar Josefina Vázquez Mota con 11.94%.

Cuando la pregunta fue a cuál le fue peor en esta segunda ronda Enrique Peña Nieto obtuvo 41.77%, la candidata del PAN 29.85%, AMLO 14.93% y Quadri 11.94%.

El tema Seguridad y justicia ocupó la tercera ronda: el candidato del PRI no fue percibido de manera positiva, a 53.57% no les gustó la forma en la que se condujo. Al consultar sobre a quién le fue peor también quedó al frente, ya que 57.69% lo eligió, mientras sólo 6.41% dijo que a Quadri tuvo el peor desempeño.

Cuando se habló de Desarrollo Social, la ex secretaria de la secretaría de ese ramo, Josefina Vázquez Mota, únicamente tuvo 31.65% de percepción positiva; a 35.44% no le gustó la forma en la que se desenvolvió en esta cuarta ronda.

El vencedor en esa ronda de participaciones fue el de Nueva Alianza, a quien 44.83% de los participantes consideraron el de mejor participación. El candidato tricolor Peña Nieto tuvo 42.53% sobre la pregunta de a quién le había ido peor, por 3.45% del candidato de Nueva Alianza.

En la quinta ronda, la del mensaje final, el candidato con la peor calificación fue Enrique Peña Nieto, ya que 43.59% de los participantes en el grupo de enfoque manifestaron que el candidato tricolor no realizó la mejor de sus participaciones. El candidato de Nueva Alianza, una vez más se llevó la ronda, el 32.05% de las personas creen que el candidato aliancista fue al que mejor le fue en la ronda final de este primer debate presidencial.


Roberto Zamarripa - Punto muerto

Inoculado por los desplantes de quienes reiteradamente han retado al Estado y sus leyes, el primer debate presidencial del 2012 ha colocado la campaña electoral en un punto muerto. Ataques sin sorpresa, candidatos en deuda, sabor a decepción.

Por primera vez, el candidato puntero Enrique Peña fue exigido y exhibido. Asumió su defensa, a su modo y con sus limitaciones. Ensayó, estudió, y sometido a una disciplina de la que sus propios correligionarios se han sorprendido, logró memorizar frases simples y conceptos básicos. ¿Fue suficiente para librar el debate? Sí para aguantar pegado a las cuerdas las andanadas a cuatro manos muy a pesar de su ayudante Quadri, empeñado en quitar los golpes al priista.

No para convencer de la solidez de su candidatura y de su perspectiva como estadista. Peña sigue siendo limitado, apegado a la imagen y despegado de la palabra articulada cuando es mayor al tiempo de duración de un spot. No preocupa tanto un debate televisado para el que tuvo tiempo de entrenamiento, maquillaje y una asesora agresiva para el entrenamiento mediático. Preocupa por su posible desempeño como estadista, obligado a encuentros cara a cara con otros mandatarios o para no ir tan lejos, preocupa por la falta de destreza, capacidad de respuesta y conocimiento para discutir con los jefes de los poderes fácticos tan dados ahora a intentar controlar y/o descarrilar los procesos democráticos.

Peña decidió bajarse al terreno de los golpes. Dio y recibió. Pasar lista de asistencia a la diputada Josefina o aventar el bejaranazo no es suficiente. Puede jactarse, sin duda, que libró el episodio más importante de la campaña. Perdió menos de lo que se esperaba.

Josefina Vázquez Mota tuvo un aceptable desempeño en la articulación de propuestas y la combinación de críticas. Emparejó con ello sus dificultades para superar su rigidez de facciones, su monotonía en la voz, su sonrisa congelada. Pero, a pesar de todo, no superó la pose, la artificialidad de su imagen.

La confianza en que no sería atacada dada su condición de mujer no contaba con la decisión de Peña de atizarle insistentemente por sus inasistencias en la Cámara de Diputados, asunto este menor si se compara con el universo de la indisciplina, la impuntualidad y la displicencia que reina entre los legisladores.

Golpeó incesante sobre el mal gobierno de Peña en el Estado de México y quedó a la mitad en el caso Paulette. Josefina tiene el lastre de la desolación por la violencia y de la inatacada corrupción en los gobiernos panistas. No tomó distancia, ni un ápice, de ello. Su desempeño le alcanzó para no caerse pero no necesariamente para catapultarse.

Andrés Manuel López Obrador, fiel a su estilo, decidió mandar al diablo las preguntas y tomó su ruta, su discurso, su tozudez. Cambio la plaza por el set televisivo siempre con el mismo discurso. Lo que dice en la calle lo repite en la televisión.

Dedicó la segunda ronda a colocar a Peña al lado de Montiel, de Salinas y de Diego Fernández de Cevallos. Dio su mejor estacazo cuando Peña le lanzó una recta floja al reclamarle la corrupción de Bejarano. AMLO bateó con soltura al decir que él sí llevó a la cárcel a Ponce y Bejarano y Peña tiene a Montiel todavía como acompañante.

El tabasqueño confió en su discurso y desdeñó el formato. Llevó el álbum fotográfico y la carga de la ira. No antepuso el discurso de reconciliación que algunos puntos le ha otorgado y de pronto el amoroso pareció rencoroso.

Cumplió su objetivo: se diferenció. ¿Le alcanza eso para convencer más allá de los suyos? Quizás los televidentes esperaban de López Obrador la certeza de su nuevo discurso acompañado de respuestas directas a las preguntas pactadas.

Gabriel Quadri decidió ir por las migajas y salió con una caja de pan. Actuó como niño sabio, como patiño y como porro, en estricto orden de aparición. Era previsible que tuviera un desempeño articulado, de cifras exactas, de propuestas armadas. Su vida de académico, combinada con su aspecto desenfadado y su discurso antipolítico granjeó simpatías. Sabe y critica. Pide respeto a los políticos aunque se comporte igual -o peor- que ellos. Fue patiño y masajista. También porro. Le puso la vaselina en las cejas a Peña, se aventó de las cuerdas para dar los botellazos a López Obrador y fue el único que no tocó al mexiquense. Confirmación de la intocabilidad de la Maestra y de la alianza superviviente entre Peña y Elba Esther. Con Peña no te metas.

Habló de su simpatía porque los segundos pisos los construyan empresas privadas. Obviamente, no habló de cómo, hace unos años, sus allegados realizaban estudios de impacto ecológico para beneficiar a empresas interesadas en la inversión de la supervía del Periférico en el DF, en los típicos arreglos corruptos de los políticos con la IP que tanto desdeña. Quadri ganó con su presentación en cámaras como ganan siempre los "pequeños" en estas comparecencias.

Un debate en punto muerto que estimula la duda y la decepción



Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/656/1311079/default.shtm

Alejandro Páez - Quién ganó el debate

He visto el debate presidencial. Ahora pienso en las preocupaciones que un ciudadano cualquiera debería tener: este México con 50 millones de pobres y desilusionado, cansado, defraudado; este país con 60 mil muertos a causa de una guerra sin sentido y haciendo más ricos a los de por sí ricos, y haciendo más poderosos a los monopolios de por sí todopoderosos. 


Escuché apenas propuestas en el debate. Y vi o leí, tanto en Twitter como en Facebook, en blogs o en los comentarios de los sitios de información (incluyendo Sin Embargo MX) una guerra para ver quién es más ingenioso; para ver quién hace la frase más redonda o la crítica más ácida; o quién encuentra el detalle más estúpido para atacar a cualquiera de los ponentes de esta noche de domingo: Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto o Gabriel Quadri. No sé usted, pero yo, en este momento, me siento más cerca que nunca de Javier Sicilia cuando dice: ¿Votar para qué? ¿Para ser parte de este circo y de esta simulación de sistema democrático? Me sentí más cerca de él cuando dice que los partidos deberían mostrar humildad, todos, y sentarse y firmar un compromiso para atacar de una vez por todas los problemas de fondo, los que realmente significan un cambio. 


Podría decir que el debate lo ganaron los poderes fácticos, esos a los que ni el Estado mexicano –sobre todo este gobierno federal– ya no puede controlar. Que lo ganaron las televisoras, el PRI, los empresarios y políticos que no quieren que llegue un cambio sino seis años más de populismo y esperanzas que, sabemos, son inalcanzables sin una verdadera revolución pacifista. 


Podría decir que el debate lo ganó la tiricia “a la mexicana”: esa inacción que precede al estado de shock –como el triunfo arrollador de Ernesto Zedillo en 1994–: mejor irnos con los que roban poquito; mejor futbol que ideas; mejor uno que no quiere cambiar las cosas de fondo; mejor el más bonito; mejor el que viste mejor: mejor no le muevo, aunque en el fondo, le estamos moviendo a todo… para mal. 


He visto el debate presidencial y me pregunto: ¿Quién ganó, realmente? Yo no. 


Quizás fue el formato; quizás fue esa estúpida cámara fija y las interrupciones; quizás fueron los ataques y la falta de propuestas y saber que el único que podía presumir que era ciudadano es Gabriel Quadri, un gato de Elba Esther Gordillo, uno de los grandes cánceres de México.  ¿Quién se suponía que ganara con este debate? 


Porque he dicho que no votar beneficia –y así lo es– al PRI y a los sindicatos corruptos y deja en manos del voto corporativo la elección, iré a votar. 


Pero no será por este debate pobre, sin contraste de propuestas, sin elementos suficientes para que yo o cualquier ciudadano tome una decisión, que yo salga a votar. 


¿Quién ganó este debate? No sé. Quizás los mejores spots, los más ingeniosos, los mejores en redes sociales, los que gritaron más o se vieron mejor respondiendo o respingando. 


Alguien habrá ganado, seguramente, y no fui yo. 


Algo realmente no funciona en nuestra democracia. 


Y es una lástima, porque lo que sí funciona son los que más deberían estar acotados: los Wal-Mart, los líderes corruptos, los políticos sin escrúpulos y las televisoras. 


Votaré porque ya dije que es necesario. 


Pero iré a las urnas arrastrando los pies.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/07-05-2012/6772. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

Quadri: un engaño más de la maestra Gordillo por Leo Zuckermann



Aunque Gordillo se vista de Quadri, Gordillo se queda. Así resumiría uno de los engaños más escandalosos de esta elección.

Gabriel Quadri es un tipo articulado y elocuente, con una interesante agenda de políticas públicas que podríamos caracterizar como liberal. Si no fuera porque es el candidato del Partido Nueva Alianza, yo consideraría votar por él. No lo voy a hacer porque su candidatura es una mentira. Una trampa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y Elba Esther Gordillo. La realidad es que el Panal representa a esta organización y su líder vitalicia. Lo de Quadri es una fachada para esconder el verdadero interés del sindicato y la maestra: la defensa de privilegios groseros, como la venta o herencia de las plazas de maestros o el rechazo a una evaluación universal de los docentes, prácticas que han hecho que México tenga uno de los peores sistemas educativos del mundo.

Elba Esther Gordillo es una maestra del engaño. Por un lado se posiciona como reformista. En los años 90 participó en el Grupo San Ángel, que pretendía democratizar al país. En el sexenio pasado, a pesar de pertenecer en ese entonces al PRI, apoyó al primer Presidente panista. Estos años su discurso ha sido a favor de la modernización de México, incluida la transformación del sistema educativo. Pero, por otro lado, sus acciones siempre han estado encaminadas a fortalecer su poder dentro y fuera del SNTE con prácticas que, lejos de ser democráticas o reformistas, han consolidado la corrupción y el corporativismo, características del régimen autoritario pasado. Una cosa es lo que dice Gordillo y otra lo que hace. Es una política que sabe darle a la mentira una apariencia de verdad.

Parte de su estrategia para consolidar su poder político durante el sexenio pasado fue fundar un nuevo partido: Nueva Alianza. Para ello utilizó a dos jóvenes promesas de la política mexicana: Alberto Cinta y Miguel Ángel Jiménez. Les vendió la idea de formar un partido de jóvenes con ideas liberales. Ellos, muy entusiasmados, le creyeron. Más pronto que tarde se dieron cuenta de la realidad: la verdadera jefa del partido, sin ninguna pretensión democrática, era la maestra, quien fijaba la línea partidista y designaba a los candidatos del Panal. Decepcionados, Cinta y Jiménez abandonaron el partido. El primero se fue al Verde. El segundo se alió con el PAN calderonista.

En la elección presidencial pasada, Gordillo utilizó también a su dizque amigo Roberto Campa. Lo nombró candidato a la Presidencia del Panal para, a final del día, dejarlo colgado de la brocha. Este partido públicamente pidió que el electorado le diera uno de los tres votos en la elección federal (presidente, senadores, diputados) para obtener el 2% de la votación nacional que se necesita a fin de mantener el registro del partido. Mientras que el Panal obtuvo 4.5% de los votos para diputados, Campa ni siquiera llegó al uno por ciento. Luego, gracias a la maestra, al ex candidato presidencial le dieron un huesito en la administración calderonista, aunque rápidamente pasó al olvido. Así terminó la carrera de un político con potencial que se equivocó al aliarse con la maestra.

Y es que así trata Gordillo a personajes ambiciosos e ingenuos que se creen su discurso reformista: los manipula como títeres. Lo mismo está haciendo con Quadri. Lo está dejando jugar a candidato presidencial. Y Gabriel, fascinado por estar en el candelero, lo está disfrutando como niño con juguete nuevo. Él dice que Gordillo no está involucrada en su campaña. Pobre iluso. No se da cuenta, o no se quiere dar cuenta, de que lo están utilizando para ponerle una cara bonita a un partido impresentable.

Ahí está, pues, Quadri con su ingeniosa combi, su discurso elocuente y sus buenas propuestas, jugando a hacerse el importante. Si le va bien y consigue el 2%, le habrá hecho un gran servicio al SNTE y a la maestra Gordillo. Seguramente le pondrán una estrellita en la frente para luego, como lo ha hecho Elba Esther con tantos ilusos que han estado bajo su égida, darle una patada en el trasero.

Es increíble que un tipo supuestamente inteligente como Quadri haya aceptado la oferta de representar al partido de la maestra Gordillo. Hubiera platicado con Cinta, Jiménez o Campa antes de tomar la decisión para enterarse de cómo la líder del SNTE utiliza a las personas igual que kleenex. En este caso le está poniendo una cara bonita al Panal para engañar al electorado. Desgraciadamente habrá votantes que caerán en la trampa: votarán por Quadri sufragando, en última instancia, por mantener o incluso fortalecer el poder del SNTE y de su líder vitalicia.

Al terminar la campaña, Quadri, que no sabe en lo que se metió, podrá sacar su guitarra y cantar al pie de la combi algunas estrofas de “Gavilán o paloma” de José José: “Esa noche entre tus brazos caí en la trampa. Cazaste al aprendiz de seductor. Y me diste de comer sobre tu palma, haciéndome tu humilde servidor […] Pobre tonto, ingenuo charlatán. Que fui paloma por querer ser gavilán”.

Leído en http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=832206

Marín - Ganaron Quadri… y la edecán


En cuestiones de criterio nadie se equivoca, pero, en mi subjetiva (inevitablemente) opinión, en el debate del debate de presidenciables que condujo anoche Ciro Gómez Leyva en MILENIO Televisión, Juan Ignacio Zavala y Epigmenio Ibarra erraron crasamente al suponer, el panista, que ganó Josefina Vázquez Mota y, el lopezobradorista, que quien se impuso es Andrés Manuel López Obrador.
La ex perredista Rosario Robles, simpatizante de Enrique Peña Nieto, tuvo el pudor de aventurar que los tres candidatos mantuvieron su lugar en el índice de preferencias; Carlos Puig arriesgó que el priista perderá dos o tres puntos, y Álvaro Cueva dio en el blanco al resaltar que el espectáculo tuvo su mejor momento en la fugaz aparición de una edecán escultural y desbordada.
Ciro, como era de esperarse, hizo un irreprochable trabajo de conducción periodística no solamente por dejarnos hablar a todos, sino por asegurarse de tener a Josefina y Enrique en un oportuno enlace remoto y comentar que López Obrador, desdeñoso de los medios, prefirió irse de inmediato a la Plaza de la Constitución para encabezar un mitin con los suyos.
Si se atiende a lo escuchado y visto en radio y televisión, el ganador indiscutible del debate fue Gabriel Quadri, el condenado de antemano a quedar en último lugar y a quien de su destino fatal no lo salvará ni siquiera la milagrería que Vicente Fox invocó para Josefina (propositivo, sólido y seguro).
Para atacar a Peña Nieto, Vázquez Mota cometió la imprudencia de citar lo que considera “el misterio” del… ¡caso Paulette!
Ignora por lo visto que para esclarecerlo (y en apoyo de la Procuraduría mexiquense), intervinieron expertos de varias instituciones de enseñanza superior, de manera sobresaliente de la UNAM; la procuraduría del DF y peritos de la General de la República (del gobierno de su correligionario Felipe Calderón). Qué bueno, cabe acotar, que no recurrió a la patraña de los “varios Aburto” para cobrarle a su adversario el asesinato de Colosio, ni resucitara el embuste de la viejita zongoliqueña dizque “violada y asesinada por soldados” o el “crimen de Estado” que muchos desinformados vieron en el suicidio de Digna Ochoa.
López Obrador poco pudo emocionar a los electores indecisos con la vacilada de que Antonio López de Santa Anna era el candidato recurrente de la prensa del siglo XIX. ¿Sabrá que el dictador (tomó el poder ¡en 11 ocasiones!) jugaba lo mismo para los liberales que los conservadores?
Mal, también, que quisiera entusiasmar a los votantes con el recordatorio de que piensa en el ex rector Juan Ramón de la Fuente para secretario de Educación, en Marcelo Ebrard para Gobernación, y en el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas para dirigir Pemex (¿no sería más lógico, deperdis, para la Secretaría de Energía? ¿Habrá que agradecerle que no lo imagine subdirector de Pemex Refinación?).
Peña supo capotear la embestida de la dupla espurios y legítimos.
La producción televisiva, finalmente, fue un bodrio que ni los hacedores de los peores programas de la televisión comercial habrían hecho.

Ciro - Peña Nieto hizo del ataque su mejor defensa


 Como esos equipos que van adelante en el marcador y no dejan de presionar la meta rival, Enrique Peña Nieto saltó al World Trade Center con una estrategia ofensiva. Cada disparo a Andrés Manuel López Obrador o Josefina Vázquez Mota los forzó a replegarse, los sacó de la zona de peligro, los enredó.
Ambos le marcaron desde hace días la pauta al repetir que Peña Nieto era incapaz de hilvanar un par de frases. El mexiquense, en vez de replegarse y jalar aire con la boca, se presentó sereno y sin darles oportunidad de que olieran el miedo y atacaran
Era una noche para acertar, porque quizá no haya otra. Peña Nieto entrenó, estudió y luego dejó correr al personaje que ha sido por años, confiado en que para ser estrella solo se necesita pisar un set y dejar que la cámara se enamore.
El debate era, a fin de cuentas, un programa de televisión. López Obrador ni siquiera hizo el esfuerzo de presentar una propuesta. Apostó por momentos de histrionismo y la vieja cantaleta del PRIAN, las televisoras, etcétera.
Josefina debía demostrar que tiene ideas. Nada. Otras vez las verdades volátiles que no la ubican en el poder ni la oposición, con una escala de valores confundida. Una noche desperdiciada.
Lo demás es pura subjetividad. Que si uno fue más ágil, otro más profundo y la otra más genuina. Que si no hablaron de competencia, revolución científica, sociedades de consumo, ética de trabajo. 
Dominaron el debate los lugares comunes sobre pobreza, empleo, seguridad, corrupción. Y en ese remolino, la ventaja en las encuestas hizo más válidas las ideas de Peña Nieto. Es el poder que da ir 20 puntos adelante.
López Obrador y Josefina, o no lo creen, o no lo quieren ver. O no entrenaron. O ya tiraron la toalla y están en otra cosa.

Juan Villoro - Funerales preventivos.

Juan Villoro
(1956)

Funerales preventivos.

El Presidente de la República, interesado en inaugurar la modernidad a cada día, se chupó el índice y lo alzó para ver por dónde soplaba el viento. Como estaba en un cuarto cerrado, sólo percibió la leve brisa que producía la aspiradora de la sirvienta.

Hacía mucho que no contemplaba ese trabajo doméstico. Le pareció fascinante que su destino de hombre público incluyera ese momento banal.

La aspiradora alisaba las huellas de eminentes zapatos en la alfombra. El Presidente abrió la ventana para saber hacia dónde soplaba el viento y respiró un aire dulce que en un principio no le llamó la atención. Pensó en las partículas de mugre que iban a dar al vientre de la aspiradora, símbolo del acabamiento, anuncio del fin de su sexenio, el Tiempo de los tiempos. ¿Honrarían su pasado como lo merecía?

El aspecto más terrible de la política era que tenía punto final. El retiro: ese incómodo más allá. ¿Soportaría ser testigo del paulatino deterioro de su reputación? Su sucesor encontraría en él los pretextos necesarios para exculpar su propia incompetencia, del mismo modo en que él responsabilizó a su antecesor de la deforestación de los bosques, la caída de la bolsa y la muerte de los delfines.

Cerca de la residencia presidencial había una fábrica de galletas. El mandatario respiró un olor rico en harinas. El polvo que recogía la aspiradora se mezclaba con tenues levaduras. La posibilidad de que la bolsa de fieltro recogiera dulces desperdicios lo puso aún más melancólico. Las energías de seis años de gestión terminarían de la misma manera, en lo ya sucedido, el saco del tiempo que todo lo igualaba. La gran debilidad de la política consistía en no administrar la posteridad. Del mando absoluto se pasaba a la agraviante categoría del respeto: el ex Presidente recibía el esmerado trato con que se distingue a un fantasma.

“¿Qué es la política?”, solían preguntarle los reporteros. “Vocación de servicio”, contestaba el Primer Ciudadano, acompañando la frase con un gesto que en su opinión transmitía tendencia al sacrificio y austeridad republicana (bajaba la vista con humildad para verse las agujetas y se frotaba el mentón como agregando: “no hay de otra”). Sin embargo, su verdadera respuesta era: “La política es hacer que lo mío se vuelva nuestro”. La frase no le gustaba a sus asesores. Unos la consideraban mesiánica, otros la juzgaban peligrosamente reversible (¿el Presidente también quería que lo colectivo fuera suyo?). La mención de “lo mío” y “lo nuestro” podía ocasionar que los periodistas recordaran casos de malversación de fondos públicos.

Con todo, a él le gustaba la frase: “hacer que lo mío se vuelva nuestro”. ¿Había forma más satisfactoria de mostrar que sus ocurrencias eran un instrumento de divulgación social?

Vio unas calaveritas de azúcar en la mesa del comedor y experimentó una epifanía. Concibió una iniciativa muy suya y muy mexicana.

El único país que se amparaba en un emblema de depredación –el águila devorando a la serpiente- había desarrollado un culto a la muerte que transformaba la tragedia en fiesta. En los velorios se contaban los mejores chistes y se servía el mejor café con piquete.

Llegaba el momento de perfeccionar la cultura fúnebre desde la modernidad de la Administración. Para evitar la deshonra y la calumnia, inevitable resultado de la revisión histórica, los servidores de la patria contarían desde ahora con un programa de funerales anticipados. El retiro dejaría de ser una variante del olvido para transformarse en un activo control de la posteridad.

A partir de cierto nivel, el político de carrera merecería un servicio de pompas fúnebres sin pasar por el inconveniente biológico de morir. A diferencia de las antiguas exequias de Estado, éstas serían un festejo.

El Día de Muertos se instaló el Comité Consultivo para crear la Secretaría de los Difuntos Ilustres.

La función de la nueva dependencia sería garantizar que los funcionarios tuvieran el funeral preventivo que merecían, en el mejor estilo de un país que consagra a sus muertos juguetes, tamales y obras maestras del arte.

A través de la Dirección General del Más Allá, el interesado podría supervisar lo que se dijera de él. Toda noticia estaría sujeta a la ley de amparo póstumo. Al fin la posteridad política tendría el blindaje del sepulcro.

Como al Presidente aún le quedaba un año de mandato, aprovechó el tiempo para mostrar que la nueva Secretaría no estaba diseñada para su exclusivo beneficio. Por decisión de su gobierno, se celebraron funerales preventivos de cuatro Subsecretarios, tres Oficiales Mayores y dos Secretarios. La práctica se amplió después al Rector de la Universidad Nacional y dos líderes sindicales. Hubo una intensa polémica sobre la conveniencia de incluir en el programa de beneficios a los prelados de la iglesia. Con valentía republicana, el Presidente mantuvo la condición laica del más allá político.

Por fin llegó el momento en que el autor pudo disfrutar de su idea. El Presidente presenció su propio funeral. Nada como anticipar lo peor y canjear el desastre por el porvenir.

El cuerpo diplomático asistió en pleno. El embajador de Estados Unidos dijo que la fiesta le recordaba a Frida Kahlo y el embajador de Egipto comentó que su país estudiaba la posibilidad de practicar la momificación preventiva de sus dignatarios.

Hubo chistes y golosinas, confeti tricolor y castillos con fuegos artificiales, matracas de estruendo y ponche de muerto, tamal de cazuela y calabaza en tacha. Un tenor que en las grandes ocasiones se animaba con la canción ranchera, entonó corridos sobre el difunto. Uno de ellos decía:

Los muertos se carcajean
y riman con claridad:
la muerte tiene permiso
para decir su verdad.

Al término del corrido, un ujier se acercó al festejado. Portaba un sobre blanco con ribetes negros. El primer beneficiario de los funerales preventivos había sufrido un infarto. Su cuerpo real era cremado para unirse al cuerpo simbólico que lo aguardaba en el Panteón de la Patria.

Los primeros días póstumos del ex Presidente estuvieron rodeados de datos ominosos. La muerte se cebó con otros dos usufructuarios del programa de funerales. Por ley, lo que se decía ahora de ellos debía ser idéntico a lo dicho en el funeral preventivo. La reputación estaba garantizada, pero los interesados ya no podían disfrutarla.

Quiso la desgracia, o el mal de ojo, o el número 13 que todo lo arruina, que otros muertos anticipados corrieran la misma suerte y pasaran a ser fiambres reales.

Cuando el ex Rector fue atropellado en el recorrido inaugural del metrobús en Avenida Universidad, varios servidores públicos expresaron su deseo de prescindir de funerales preventivos. Pero el nuevo Presidente había llegado a su cargo con el compromiso de campaña de democratizar la Secretaría de los Difuntos Ilustres. Para mostrar su congruencia, ordenó los funerales preventivos de funcionarios de mediana importancia que antes no tenían acceso al programa: diez Directores de Área, cuatro Subdirectores, dos Generales, treinta Jefes de Sección, quince Embajadores, siete Subsecretarios y tres Secretarios.

La dedicación a los festejos mermó la productividad y el peso se devaluó. El Ejecutivo juzgó que admitir un error era debilitarse. Se necesitaba un culpable para recapacitar: los funerales preventivos, iniciativa de una modernidad ahora caduca, le estaban costando demasiado al país.

Hombre taimado, el mandatario habló con su antecesor, palmeándole la espalda para acentuar su camaradería: “¿Cómo se te ocurrió esa idea, Chato?” El ex Presidente se sobresaltó. Hacía años que nadie le decía así de cariño. Tanta cercanía debía encubrir algo. Aun así, fue sincero. Le gustó recordarse en la intimidad, sin más compañía que la de la sirvienta y su aspiradora, mientras el apetito se le abría con el aroma que llegaba de la fábrica de galletas. “¿Piensas acabar con la Secretaría?”, preguntó al terminar su evocación. “No lo sé; tal vez la convierta en museo”, respondió el Presidente. “Eso es lo que sobra: al rato vamos a ser un país dentro de un museo”, protestó su antecesor. “Tenemos obligaciones con el pasado”, el Presidente en funciones mostró la puerta de salida.

A los pocos días el ex Presidente recibió un paquete de galletas. Comió una, que le supo muy rico. Los sabores más íntimos transportan al pasado. ¿Alguien, en algún momento, le había preparado una carpeta sobre ese tema? Comió con maquinal voracidad. Las galletas sabían a almendras. ¿Le habían pasado fichas en sus años de Hombre Fuerte sobre la relación entre el poder y lo dulce? En esa época todo mundo le hacía regalos que apenas tenía tiempo de abrir. Ahora sólo vivía para los regalos. Había fallecido con todos los honores simbólicos, según le correspondía, pero su cuerpo anhelaba otras cosas; no la gloria, que tenía garantizada, sino el frágil crujir del celofán: la golosina, el confite quebradizo, el prodigio de sentirse vivo a través de los tenues contactos que recibía en el paladar. ¿Podía alguien entender esto? Demasiado tarde, recordó una novela policiaca donde el cianuro sabía a almendras.

El primer magnicidio póstumo tuvo poca repercusión en los medios. Ese mismo día, desde su residencia oficial, el Presidente anunció el fin de los funerales preventivos y la creación del Museo de la Posteridad. El partido no cambiaba su ideología: la ajustaba a los tiempos.

El aire olía a galletas.

Leído en: http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/villoro/fabulas/funerales01.html

LA NIÑA Y EL ACRÓBATA.



Era una niña de ojos grandes como lunas, con la sonrisa suave del amanecer. Huérfana siempre desde que ella recordara, se había asociado a un acróbata con el que recorría, de aquí para allá, los pueblos hospitalarios de la India. Ambos se habían especializado en un número circense que consistía en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre sostenía sobre sus hombros.

La prueba no estaba ni mucho menos exenta de riesgos. Por eso, el hombre le indicó a la niña:

 - Amiguita, para evitar que pueda ocurrirnos un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro número, yo me ocupe de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo. De ese modo no correremos peligro, pequeña.

Pero la niña, clavando sus ojos enormes y expresivos en los de su compañero, replicó:

–No, Babu, eso no es lo acertado. Yo me ocuparé de mí y tú te ocuparás de ti, y así, estando cada uno muy pendiente de lo que uno mismo hace, evitaremos cualquier accidente.

*El Maestro dice: Permanece vigilante de ti y libra tus propias batallas en lugar de intervenir en las de otros. Atento de ti mismo, así avanzarás seguro por la vía hacia la Liberación definitiva.

Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India

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