miércoles, 16 de noviembre de 2011

Forista invitada y cartón por Tancredi

Forista invitado Cuate Garza

Cuate Garza reflexiona sobre la importancia y el simbolismo que algunos políticos le han dado las elecciones estatales del Edo. de Mex. y Michoacán.  

Las dos derrotas, ¿presagio?

Nos han vendido, desde hace años, que cada elección es “la madre de todas las elecciones”, que los resultados nos dan la pauta para imaginar cómo serán “las de verdad”, “las buenas”, las federales, pues. Como no creo en las profecías ni en las teorías de algunos trasnochados, prefiero pensar que cada elección tiene sus propias características.

La geografía mexicana no es una cuadrícula en la que todos los estados tengan comportamientos idénticos; por el contrario, cada entidad federativa tiene su propia cultura política, que depende del nivel de riqueza y oportunidades de negocios, de la politización de su gente, del nivel de escolaridad de sus habitantes, de la confortabilidad para su población en términos de servicios públicos, y hasta del desarrollo que tienen en cuanto a sus sistemas y métodos de administración pública. Eso es lo que me convence de que no se puede encasillar a México como un todo, y de que lo que sucede en un estado no tiene porqué suceder de igual manera en otro.

Sin embargo, en este año han sucedido dos cosas que me obligan a replantearme si lo que dicen los analistas pudiera ser un presagio para las elecciones “buenas”, las “importantes”.

Los panistas nos quisieron hacer creer que el Edomex era una especie de laboratorio para poder suponer lo que sucedería con su partido en el 2012. Al perder tan estrepitosamente el Lic. Bravo Mena en ese estado y quedar en un lastimoso tercer lugar, nos cambiaron la jugada y empezaron a hablar de que esa elección no era la buenísima, sino la de Michoacán. La de Michoacán era la buena, porque ahí contendería la hermana del señor que vive en Los Pinos.

Como no hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue, pasaron las elecciones en Michoacán. Y, para sorpresa de muchos, supongo que incluso del Lic. Calderón, la Cocoa ¡perdió!

Lo peor es que perdió a pesar de que fue del dominio público que se dilapidaron recursos federales de todo tipo Perdió, no obstante que se violó la ley de Responsabilidad de Servidores Públicos, ya que andaban los delegados federales haciendo la tarea de promotores del voto a favor de Luisa María Calderón.  

Perdió, aunque tuvo el “apoyo” de los presidenciables de su partido. Perdió, aunque sea mujer y haya querido explotar el asunto del género para granjearse votos.

Resumiendo: Luisa María Calderón Hinojosa… PERDIÓ. Perdió en la tierra del presidente, perdió en donde se inició la nefasta guerra del Lic. Calderón, perdió aunque sea mujer, perdió porque es una perdedora.

¿Será eso un presagio de que el PAN no tiene ninguna oportunidad en el 2012? Ahora estoy empezando a creer que así será. Si además le hacemos caso a los agoreros, se puede decir que hay justicia divina, y que ahora no podrán alzarse con una victoria del tipo “haiga sido, como haiga sido”.

Por: Cuate Garza.  

Forista invitado y cartón Andrés González


Visto en http://pruebashtmldehassasin.blogspot.com/2011/11/elecciones-2012.html

AMLO gana pero va contra sí mismo por Rosario Robles



No hubo campanada. López Obrador será el candidato de las izquierdas en el 2012. Era previsible que el tabasqueño se quedara con la nominación por varias razones. En primer lugar, porque después de la elección del 2006 se dedicó a recorrer el país y a estar en contacto con la gente de manera directa, a ras de tierra. Fue sembrando pacientemente al tiempo que construía una estructura propia, asociada a él y su candidatura, que se erigió de manera paralela a los partidos, cuyas franquicias lo postularán formalmente.

Este trabajo constante, sistemático, concebido como una especie de acumulación de fuerzas, lo coloca en el sentir y el ánimo de quienes lo ven como el único que puede representar sus aspiraciones.

En un país de pobres, de desesperanza y de miedo, AMLO está más cercano de esa gente que un Marcelo Ebrard. No sólo eso.

Quienes pensaron que el actual Jefe de Gobierno saldría triunfador por su constante exposición en medios y porque una parte del círculo rojo lo apoyaba (de la misma manera que mañana sin prurito alguno estarán con Josefina Vázquez Mota), no comprendieron que una es la frecuencia mediática y otra la relacionada con los de abajo, con los que hoy ven con angustia que sus gravísimos problemas no tienen solución, que no encuentran respuestas, y con los que López Obrador tiene una empatía singular.

Lo ven más cercano que a un político que recurrió a todo pero que no logró ni siquiera rebasarlo en la encuesta.

Marcelo Ebrard contó con los recursos del gobierno de la ciudad para aparecer constantemente en los medios nacionales, así como con el respaldo público de algunos intelectuales y personas poderosas, pero al final de cuentas no consiguió hacerse de la candidatura porque lo que cuenta es el respaldo popular, la capacidad de conectar con la mayoría de la base perredista y también con quienes emitirán su voto por la izquierda aun cuando no pertenezcan a ningún partido.

Después de la dolorosa derrota en Michoacán, un bastión emblemático de la izquierda, era importante darle vuelta a la hoja e iniciar ya una carrera que se antoja difícil por la delantera que lleva el posible candidato del PRI y porque quien contienda por las siglas del PAN contará con todo el respaldo del gobierno federal. Ante esto, era indispensable cerrar filas.

La manera de presentar el resultado abona puntos en su cuenta. Ahora bien, a diferencia de hace seis años, AMLO no está en la mejor posición (situación que no mejoraría por cierto con Ebrard). Tiene por delante una tarea titánica y, sobre todo, vencer a su principal enemigo. Uno que se llama Andrés Manuel López Obrador.

Lo mismo en http://www.razon.com.mx/spip.php?article98971

Amargo despertar por Raymundo Riva Palacio



La definición de Andrés Manuel López Obrador como candidato de la izquierda –que será legalmente avalado por los partidos de la coalición-, debe aniquilar las expectativas que albergaban los sectores más reformistas del PRD a partir del lugar común de que el presidente Felipe Calderón tiene un desprecio existencial tan grande por el PRI, que sería capaz, si una o un candidato presidencial del PAN no creciera en las preferencias electorales, entregar su apoyo al jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.

Cercanos a Ebrard hacían incluso cuentas alegres. “¿Por qué impulsará Calderón a Ernesto Cordero como su candidato?”, preguntaban a manera de premisa. “Porque Cordero es un candidato desechable y Josefina Vázquez Mota, no. Como Cordero no va a repuntar, Calderón irá en alianza con Ebrard”. La corriente de Los Chuchos, que controla el aparato burocrático del partido, incapaz de revertir la percepción que están entregados a Los Pinos, movía entretanto sus encuestas en prensa para apoyar su dicho de que Ebrard derrotaría a López Obrador.

El jefe de gobierno no daba señales de compartir los diagnósticos de alianza táctica presidencial con tufo temerario, sino todo lo contrario. Salvo en las dos últimas semanas donde Ebrard dio muestras claras de querer ganar la encuesta mediante un intenso trabajo de promoción en medios, los dos meses previos parecía haber entregado la plaza.

Dedicó horas a atender a la prensa del corazón y construir la narrativa de su romance y boda, y a realizar viajes sin mucho sentido, como el de Kuwait, vendido tramposamente como el centro financiero del Medio Oriente -cuyo pedestal le corresponde en realidad a Dubai-, y aplazar otros estratégicos, como a Washington.

¿Había perdido foco Ebrard? Mientras lucía frívolo, López Obrador se reinventaba. Cambió su discurso y matizó sus críticas. De la mano del empresario Alfonso Romo comenzó a reparar los platos que rompió en 2006 con el Grupo Monterrey, y envió al respetado consultor privado y su asesor fundamental, Rogelio Ramírez de la O, a realizar un trabajo de persuasión política a Washington. Comenzó a viajar al extranjero y a dar entrevistas en medios donde no controlaba el espacio.

Ebrard, tras escuchar el discurso de aceptación de la derrota en la encuesta que dará línea a la izquierda sobre su candidato, mostró que ni frívolo, ni desconcentrado como lucía. Probó que no come lumbre y que sigue como un político frío y calculador que no se desgastó de más. El resultado y su retórica explican por qué propuso a Nodo, que no tiene experiencia en materia electoral, como su casa encuestadora, ante Covarrubias y Asociados, puesta por López Obrador, que experiencia en ese campo le sobra.

Los resultados de la encuesta concluyen que López Obrador ganó en las preguntas donde Ebrard no tenía posibilidades –la clave es a quién prefieren de candidato-, y perdió en dos, respecto a potencial de crecimiento y negativos. El resultado y el reconocimiento de la derrota abren al jefe de gobierno la posibilidad de cobrar alto ante López Obrador, que se volcó en elogios para su adversario.

La jefatura de la campaña presidencial, la designación del candidato ebrardista en el Distrito Federal, el número uno plurinominal al Senado o el propio PRD están en su horizonte de posibilidades. Es decir, a sus 52 años, todo el futuro de la izquierda. Después de todo, López Obrador sólo quería la candidatura presidencial. El resto de posiciones, que se queden con ellas, quien así lo desee. Ebrard, un político harto racional, tendrá que optar, empujado por la circunstancia, por esa vía.

Y el PRI hacia la desunión por Carlos Marín


Sus dos figuras más representativas evitaron que el PRD se hundiera más aún por su crónica incapacidad para resolver elecciones internas, su destreza especial para crear cochineros y la pérdida, el domingo reciente, de su último reducto.
Bastó que la dirigencia hiciera política para, de un solo golpe, ganar la delantera en el proceso hacia 2012, porque ya tiene candidato, logró la unidad y anuncia un frente amplio.
En contraste, el presidente nacional y la secretaria general del PRI trampearon los términos de la convocatoria hecha por la Comisión Nacional de Procesos Internos para permitir el uso de las viejas y ominosas cargadas, con lo que se resquebraja lo mejor que ese partido mantenía: la unidad.
La propuesta evitaba que los servidores públicos priistas, los que ejerzan cargos de elección o liderazgos partidistas “tiraran línea”, lo cual no fue respetado en el emplazamiento firmado por Humberto Moreira y Cristina Díaz.
A estas alturas, pues, se abrió el portón a las denuncias por algo grave: inequidad.

López Obrador se la merecía por Ciro Gómez Leyva


Que se diga lo que se quiera, menos que Andrés Manuel López Obrador no merecía la candidatura presidencial de la izquierda.

Quizá Marcelo Ebrard hubiera sido una mejor carta para enfrentar a la locomotora peñanietista.

Quizá la imagen negativa de López Obrador sea imborrable.

Quizá luzca demasiado viejo para la generación que debutará el próximo 1 de julio.

Quizá ayer el PRD cometió un suicidio electoral.

Quizá, quizá. Pero nadie preparó y peleó esa candidatura como el tabasqueño.

Hay mucho de poético en esta historia. Y mucho de estrategia y sudor. La izquierda tiene candidato. El que más merecía la candidatura de la izquierda. Y, sí, el candidato que esta izquierda se merece.

Termina aquí una larga temporada de fintas y conjeturas. Y de aprendizaje, porque cómo cuesta a veces ver la realidad. López Obrador no iba a mandar al diablo las elecciones de 2012 para irse a fortalecer a su movimiento Morena con nuevos recorridos por el país. No se iba a desaparecer ocho meses para regresar en julio a recoger los restos de una izquierda vencida por el peñanietismo y convertirse en la oposición de pesadilla de la restauración priista. No iba a ir al Senado ni se dedicaría a romper ventanas.


Su destino estaba en las boletas presidenciales. Era demasiado grande y complejo para caber en otra parte.

La decisión de ayer pone fin, asimismo, al mito del fraude electoral de 2006. Ya no servirá de nada. López Obrador volverá a competir, sin desdoro, con el mismo IFE, el mismo PAN, el mismo PRI, el mismo PRD, las mismas “mafias”.

Si en verdad hubiera mandado al diablo las instituciones, estaría dando clases en Tabasco. Como no lo hizo, también por eso merece ser candidato. Suerte.

Lo mismo en http://impreso.milenio.com/node/9062809

Ebrad la verdadera apuesta por Julio Hernández


El ganador es Marcelo Ebrard. Al ceder la candidatura presidencial a Andrés Manuel López Obrador se consolida como la principal figura en la línea de sucesión de la izquierda mexicana, se asigna por contraste las virtudes cuya carencia más se achaca al tabasqueño (el respeto a los resultados adversos, la vocación negociadora y unitaria, el tono moderno y civilizado), se queda tentativamente como franquiciatario del Distrito Federal (tendrá derecho preferente para imponer candidaturas, sobre todo la principal, la que se refiere a la jefatura de gobierno), y descafeína y condiciona la operación política venidera de AMLO, al demandar que haya un taimado proyecto incluyente (es decir, que dé espacio y ganancia a sus aliados principales, Los Chuchos, y a Manuel Camacho, el estratega que ayer se paseaba por los micrófonos mediáticos como orgulloso papá de la nueva criatura).

Pero, sobre todo, Ebrard mete a inversión a mediano plazo las ganancias obtenidas en el episodio de ayer al no entrar abiertamente a la competencia desgastante del mercado de riesgos electorales del año venidero, sino dedicarse a velar los réditos de su capital principal, la ciudad de México, sin aceptar candidatura alguna a puesto de representación popular pero, y he ahí la clave del asunto, quedando en plena disposición para participar a partir de diciembre de 2012, apenas dejando el gobierno capitalino, en el proyecto que realmente le interesa y al que considera realmente viable: un gobierno de coalición en el que, gane quien gane, ME sea necesariamente considerado en función de que se ha investido de un auténtico Demócrata de Izquierda que debe ser incluido en cualquier combinación con pretensiones de pluralismo.

Ebrard se plantea no hacer campaña en favor de AMLO porque seguirá en el gobierno capitalino hasta el último día de su mandato (aunque sí pudo hacer campaña para sí mismo hasta ahora), no aceptará ninguna candidatura (se hablaba mucho de que sería aspirante a senador y que coordinaría la bancada perredista de izquierda) y se dedicará a velar su feudo presuntamente recién concesionado, que es la capital del país (ya se verán las reacciones del bejaranismo), con la vista puesta en el primero de diciembre de 2012, es decir, en el destino de los gobiernos de coalición que impulsa junto a Manlio Fabio Beltrones. Su objetivo no es julio del año entrante, sino el gabinete presidencial de diciembre. No le ve futuro a la candidatura presidencial de las izquierdas, pero sí a las coaliciones posteriores al momento electoral (por eso prefiere ceder el paso: no es que haya aceptado una derrota en sí; solamente reconoció que viendo los resultados de cierta manera se podría entender que la intención del voto favorecía a AMLO, pero que no pretendía pelear por interpretaciones o porcentajes aunque pudiera hacerlo). Es posible que para su proyecto personal el mejor camino para llegar a 2018 como candidato presidencial sea la derrota en 2012 del persistente López Obrador, del que se está deslindando con artes de judo, y su colocación de él, de Ebrard, como alto funcionario federal en un diseño pluripartidista que entre turbulencias busque dar gobernabilidad al partido triunfador, sea éste el que fuera. Marcelo pretende convertirse en el Juan Ramón de la Fuente para diciembre de 2012 pero con eficacia en términos de reinserción política inmediata.


GLOBAL ENTRY. El embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, durante la presentación del programa Global Entry, el cual tiene como propósito facilitar los cruces fronterizos y se pondrá en marcha en aeropuertos nacionales en febrero de 2012Foto Yazmín Ortega Cortés

AMLO se queda al fin con la segunda candidatura presidencial por la que ha trabajado desde 2006. A pesar de la gran crisis a la que condujo Calderón al país, no es a las alforjas del pejismo a las que han ido a caer las esperanzas de cambio, sino a las del PRI, que con Enrique Peña Nieto se cree encaminado inevitablemente de regreso a Los Pinos. Una implacable campaña de difamación, desprestigio y exclusión contra AMLO penetró y se asentó en amplias capas sociales y el propio discurso repetitivo del tabasqueño ayudó a la polarización. Sin embargo, es el único líder social importante de este país, con convocatoria personal más allá de los partidos, y su propuesta reformista de gobierno constituye hoy la única posibilidad de cambio aceptable, aun en términos de supervivencia del propio sistema político actual.

La definición de la candidatura de AMLO inyecta naturales ánimos positivos al segmento duro que le ha acompañado en este largo trayecto y a izquierdistas en general y ciudadanos sin partido que temían rupturas y escándalo que sin lugar a dudas reducirían hasta su extinción las posibilidades de competir seriamente por la Presidencia de la República. Lo visto ayer es lo mejor que podía sucederle a esa izquierda electoral y, aun cuando enfrente tiene el litigio por los tiempos oficiales correspondientes a precampañas internas (que es de suponerse ya no habría), la figura de AMLO es la primera en aparecer con carácter firme en el escenario de la competencia electoral pues, aun cuando Peña Nieto es considerado como un casi seguro candidato del PRI, no cuenta aún con el asentimiento de su adversario interno, Manlio Fabio Beltrones, y en el PAN no hay claridad respecto de quién podría abanderarlo para 2012.

El desenlace incruento del proceso interno del PRD alienta esperanzas de crecimiento de la opción izquierdista y coloca de manera firme a AMLO en la carrera presidencial, pero sería ingenuo creer que la escenografía de ayer desaparece mágicamente los múltiples ingredientes de distorsión, oportunismo y traición que forman parte del recetario tradicional de esa izquierda electoral. La candidatura de AMLO, habrá que tenerlo presente, proviene de un pacto con un conglomerado de intereses que ya en 2006 estuvo bajo sostenidas acusaciones de trabajar desde dentro con intenciones distintas a las del triunfo del tabasqueño y que han desarrollado diversas formas de colaboración con el calderonismo, al que han acabado reconociendo y con el que han hecho afinados planes de trabajo político, como las alianzas PRD-PAN en varias elecciones estatales.

Y, mientras Cocoa sigue en el berrinche porque ella y su hermano recibieron una sopa de su propio chocolate, ¡hasta mañana!

¿Izquierda testimonial? por Salvador García Soto.




Con el anuncio de la candidatura presidencial de las izquierdas, que recaerá en Andrés Manuel Lopez Obrador, se puede anticipar ya un escenario posible para 2012: un PRI que avanza relativamente cómodo en la punta, y un PAN y una coalición PRD-PT- Movimiento Ciudadano que se pelearán con todo por lograr el segundo lugar de la votación nacional.

La nominación de López Obrador echa por tierra cualquier proyecto de cambio y modernización en las izquierdas mexicanas. Representa el escenario ideal para facilitar un regreso del PRI a la Presidencia de la República y condena a los partidos izquierdistas a seguir dependiendo de una figura caudillesca con un programa político que si bien se alejó a últimas fechas el radicalismo y se acercó a posiciones más moderadas, sigue presentando las ideas y el proyecto peculiares de un solo personaje.

Si Marcelo Ebrard –dicho por mentes y opiniones de izquierda dentro y fuera de México–representaba la posibilidad de una renovación y actualización de las ideas socialistas, con un acercamiento a las izquierdas moderadas de Europa y América Latina (más cercano al modelo de Luis Inacio Lula Da Silva) López Obrador significa la reiteración de un proyecto personalísimo y polarizante que se acerca mucho más a los modelos de Hugo Chávez, en Venezuela, o Evo Morales, en Bolivia.

Nadie puede negar el crecimiento del movimiento lopezobradorista en los últimos años, luego de que perdiera buena parte del capital político de los 15 millones de votantes que logro en las elecciones de 2006. López Obrador, es cierto, se reinventó en algunos rasgos radicales de su personalidad que despertaban rechazo en ciertos sectores de la sociedad –como los empresarios– y logro recuperar parte de las simpatías que perdió tras el fraude que le cometieron en aquellos comicios. Pero de eso a pensar que vaya a ser el mismo fenómeno de popularidad y arrastre popular que llego a representar hace 6 años hay mucha distancia.

Hace unos meses, cuando comenzaban a perfilarse los precandidatos presidenciales, Manlio Fabio Beltrones lo ponía en estos términos: “En el PRI hemos analizado y los candidatos que más nos convienen son El Peje (Andrés Manuel López Obrador) por el PRD y Josefina Vázquez Mota, por el PAN. A nosotros nos conviene ese escenario”. Según el cálculo priista Andrés Manuel, al atraer parte del voto anticalderonista afectará mucho más al PAN, mientras que no tocará el voto priista.

Es por eso que la candidatura anunciada ayer de López Obrador, más que al PRI le debe preocupar al PAN, en donde sí corren el riesgo de ser desplazados a un tercer lugar en la contienda si AMLO capitaliza el descontento por las muertes, la violencia y el desempleo que ha campeado en el gobierno de Felipe Calderón. Podría decirse, parafraseando aquella campaña sucia que Andrés Manuel candidato al 2012 será más un peligro para Calderón y el PAN que para Peña Nieto al que ya le ayudó a ganar holgadamente en el Estado de México.

NOTAS INDSCRETAS… En vez del acostumbrado minuto de silencio, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, pidió ayer “un minuto de aplausos” para el fallecido José Francisco Blake Mora. Y así, de pie y aplaudiendo por 60 segundos, los asistentes al primer informe de Gobierno de Duarte en Jalapa, homenajearon al difunto secretario de Gobernación. Por cierto que el mandatario veracruzano no escatimó en agradecimientos a la Marina y el Ejercito, presentes en el acto junto con 10 gobernadores –9 priistas y el panista Rafael Moreno Valle– y les dedicó a las fuerzas armadas federales la siguiente frase: “Gracias, gracias, gracias!”… La alianza que pactó Elba Esther Gordillo con el PRI y que se hará publica este viernes, incluye además del respaldo a la candidatura presidencial priista, la coalición en 120 distritos electorales y una candidatura al Senado para su hija Mónica Arreola. De los distritos, el Panal pidió poner candidato en al menos 40 y el resto los encabezaran priistas, de tal modo que Gordillo apuesta a aumentar la presencia del Panal en el Congreso… Los dados mandan la tercer Escalera. Va bien la semana.

El Piojo y El Peje en la república amorosa por Jairo Calixto A.


Cuando ya nos aburríamos de las elecciones empaletadas a la michoacana, en espera de que Fausto Vallejo haga la roqueseñal y baile al chúntaro style, Aureoles siga llorando como chuchista lo que como godoyista no supo defender, y doña Cocoa busque el apoyo de García Luna Productions, dos temas arrebataron cámara: que el América jugará con la idea de que El Piojo Herrera pudiera llegar a dirigir al equipo, cosa que rompe todos los esquemas de las Águilas como fuente guarra de cierto glamour, y que Ebrard le levantara la mano a AMLO como candidato único, sin parricidio de por medio.
El Piojo y El Peje, opacando al diputado tricolor Cuauhtémoc Gutiérrez, quien para ganarse al electorado, al que debe imaginar tan urgido como los invitados a las fiestas del Nini Verde, ofrece Viagra porque “Los hombres tienen derecho a ser felices, y ellas a que las hagan felices también”.
Que a uno de los directores técnicos con menos perfil glamoroso y más ñeroso lo inviten al club más papaloyes raro; pero más raro todavía que Marchelo Ebrard y El Peje López Obrador hayan dirimido sus diferencias con serenidad y paciencia, como exige Kalimán, es más raro todavía. Increíblemente se apegaron a los designios de los dioses enanos de la encuestas para decidir al candidato de todas las izquierdas, sin melodramas rancheros ni panchos infinitos. Cualquiera diría que estuvieron negociando con Bob Arum, José Sulaimán y Don King para una pelea de revancha en Las Vegas.
Contra todos los pronósticos, no hubo clásico zafarrancho perredista, ni el Noroñas salió a gritarle a nadie, Los Chuchos mantuvieron la cordura y todo transitó por un inusitado, aunque también sospechosista, rumbo de cordialidad.
El Peje ha librado la primera prueba, la de la civilidad. Ahora debe esforzarse por no ser su propio enemigo, que en su barco ya tiene suficientes Picalugas, pendejos con iniciativa y agoreros del desastre. Ya recorrió municipio por municipio, ahora es momento de refrescar el discurso, olvidarse de las chachalacas y, sobre todo, dejar de repetir el mantra de la mafia en el poder. Eso si quiere atraer a la clase media y media alta que lo abomina o desconfía de él. Y para ello requiere de iniciativas renovadas, provocadoras, audaces, lo cual no implica dejarse alburear por Catémoc Blanco, ligarse a Lucía Méndez, dejarse los dientes como Luis Miguel o pulir el copete.
Fundamental, desconcentrarse de lo que pudo haber sido y no fue. Sobre todo ahora que Cocoa Calderón está tan pejista.
La propuesta de una república amorosa es como la idea de un equipo América humilde. Ya lo dijo Mae West: “El amor lo resuelve todo, menos la pobreza y el dolor de muelas”.

Y Marcelo "se hizo el occiso" por Francisco Garfias

A Marcelo Ebrard lo traicionó ayer su lenguaje corporal. No hubo modo de que complaciera a los fotógrafos que le pedían una imagen que rubricara su aceptación de los resultados que ubican a Andrés Manuel López Obrador arriba en la intención de voto.

“¡Levántele la mano, levántele la mano!” suplicaban los reporteros gráficos, al final de aquel acto, en el Hotel Hilton, que consagraba al Peje como candidato único de la izquierda a la Presidencia de la República.

No hubo modo. Se hizo el occiso.

Marcelo alzó el brazo, sí, pero el suyo. Andrés Manuel se encontraba del lado derecho. Levantó el izquierdo. El movimiento no iba de acuerdo con las palabras que públicamente acababa de pronunciar. “Acato y acepto los resultados”, dijo.

Los elogios que le prodigó el tabasqueño no alcanzaron para que Marcelo regalara la imagen que le reclamaban. Ni siquiera porque lo calificó de “político excepcional” y lo comparó con Ulises, el de la Odisea de Homero.  “No se dejó cautivar por el canto de las sirenas (¿azules?) se puso cera en los oídos para continuar la travesía o la mira puesta en los ideales de libertad, justicia y democracia”, ilustró el líder de Morena.
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La diferencia a favor del Peje fue pequeña. 1.7 puntos en el balance final de las famosas encuestas de Nodo y Covarruvias. El Peje ganó tres de las cinco preguntas que se hicieron en seis mil cuestionarios. Ambas empresas reflejaron que Marcelo goza de mejor opinión. Trae menos negativos. Es decir, más espacio para crecer. Pero las preferencias favorecen, en este momento, a López Obrador.
El tabasqueño ganó bien.
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Los resultados evitan un nuevo cisma al interior del PRD y una ruptura en la izquierda. Marcelo lo sabe. “La decisión dividida sería ir al precipicio”, admitió.
El PT y el Movimiento Ciudadano (otrora Convergencia) difícilmente hubiesen aceptado un candidato que no les asegura el registro. Los obradoristas en el PRD tampoco estaban dispuestos a sumarse a Marcelo Ebrard, quien cometió un pecado capital para los más radicales: promover las alianzas con el PAN.
Un respetado corresponsal extranjero nos contó ayer que Dolores Padierna, secretaria general del partido, cabeza del bejaranismo, le dijo, antes de que se dieran a conocer los resultados, que no hay nada en los estatutos que obliguen a la agrupación política a aceptar los resultados de encuestas. “La decisión tiene que pasar por el Consejo Nacional”, recalcó.
El triunfo de AMLO seguramente la hará olvidar la exigencia.
Una cosa más. No sabemos cómo le van a hacer los partidos que integrarán el recién bautizado Movimiento Progresista –nombre que sugirió el Peje para la coalición- para librar la prohibición legal de hacer precampaña que existe para un candidato único. “Vamos a ver, pero nada por encima de la Ley”, aseguró Manuel Camacho. ¿Le hará caso el Peje?
* * *
Ebrard lleva mano en la elección del candidato de la izquierda a la jefatura de Gobierno del DF. El Peje anunció que respaldará la “orientación política” que su adversario interno defina, en el marco de la legalidad y la democracia, para seguir gobernando la Ciudad de México.
Por allí pudo darse el acuerdo. Es una buena noticia para el equipo de campaña de Mario Delgado, delfín del Jefe de Gobierno; o el procurador Miguel Mancera, supuesto plan B.
Pero mala no solo para Alejandra Barrales o Martí Batres, los otros aspirantes, sino para René Bejarano y Dolores Padierna
Se habla también de una senaduría para Marcelo. Veremos.
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Nueva Alianza es un monumento a la incongruencia. No es sorprendente que Luis Castro, el administrador del partido, anuncie que se morirá en “la raya” para defender el triunfo (¿?) de La Cocoa en Michoacán y, al mismo tiempo, se disponga a oficializar una coalición con el PRI en las elecciones federales del 2012.
El anuncio de que va a presentar una queja ante los tribunales lo hizo la víspera de que se firme el convenio de coalición con el tricolor y el PVEM para las elecciones federales del 2012. El PRI incorporó a su “Plataforma para México” la demanda del Panal de escuelas de tiempo completo, y que el alumno sea el centro de la educación. El documento, por cierto, es omiso sobre la pena de muerte que promueve el Verde.
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El mundo de las telecomunicaciones sigue revuelto por la famosa licitación 21. Iusacell manifiesta “sorpresa” por el hecho de que la SCT y Cofetel defienden públicamente “la dádiva de millones de pesos otorgada a Nextel”, al otorgarle la concesión del espectro, a pesar del amparo de un juez a la empresa de Ricardo Salinas.
“La sentencia de amparo ordena que la COFETEL deje sin efectos su opinión favorable al otorgamiento de títulos de concesión a NEXTEL, y que la SCT revoque esos títulos de concesión”, subraya un comunicado de Iusacell.

Lo mismo en http://www.elarsenal.net/2011/11/16/y-marcelo-%e2%80%9cse-hizo-el-occiso-%e2%80%9d/

Aplauso a AMLO y a Marcelo por Ricardo Alemán

Con una civilidad impensable en los políticos de izquierda, los más reputados líderes de esa tendencia dieron a conocer que -luego de un par de encuestas- el candidato presidencial para 2012 se llama Andrés Manuel López Obrador.

Por eso, frente a esa inédita muestra de pragmatismo político -que envidiaría el mismísimo Nicolás Maquiavelo-, obliga un aplauso a Andrés Manuel López Obrador y a su pupilo, Marcelo Ebrard Casaubón; políticos que nacieron y abrevaron en el PRI y hoy se han apropiado de las franquicias de la llamada izquierda mexicana, a pesar de que no tienen nada de izquierdistas. ¿Por qué un aplauso?

Porque, si se analizan los datos visibles de las encuestas, se puede concluir que, más que un sondeo de opinión sobre el mejor candidato de las izquierdas, en realidad asistimos a un acuerdo político de supervivencia entre las tendencias de ex priistas que, en la última década, se adueñaron de las franquicias de la llamada izquierda mexicana.

Porque, sin el pragmatismo político exhibido por AMLO y Marcelo, las franquicias del PRD, el PT y antes Convergencia no tendrían nada que hacer en la contienda presidencial de 2012. Porque se puede decir que hoy la izquierda mexicana ha muerto y sus membretes son propiedad de dos grupos de ex priistas que -en julio próximo- reeditarán la pelea por el poder que desencadenó todo, en 1986, cuando Cuahutémoc Cárdenas y Miguel de la Madrid fracturaron al PRI.

Porque nuevamente las cargas de sensatez, congruencia y cordura estuvieron del lado de Marcelo Ebrard, quien nunca quiso romper con su padrastro político -AMLO- a pesar de que el tutor tabasqueño le dio el nuevo tiro de gracia al verdadero padre político de Marcelo Ebrard, el hoy alicaído Manuel Camacho, quien en 1994 fue derrotado por Colosio y -17 años después- fue aplastado por AMLO, en 2011.

Porque el acuerdo entre AMLO y Marcelo es la plataforma que estabilizará a una tendencia política perdedora en la última década: la izquierda mexicana y sus membretes: PRD, PT y Convergencia que, salvo en el Distrito Federal -en donde ha ganado el poder absoluto en los últimos 17 años-, ha perdido todos sus bastiones y gobiernos emblema, como son los de Tlaxcala, Zacatecas, Baja California Sur y Michoacán, además de plazas vitales, por ejemplo, los municipios conurbados con el Estado de México, entre ellos Ecatepec.

Un aplauso a AMLO y a Marcelo porque confirmaron que en Toluca están de fiesta y se brindó con los mejores vinos. ¿Por qué? Porque López Obrador es el candidato más cómodo para Enrique Peña Nieto: el político que tiene más negativos y por el que nunca votaría un mayor número de electores. Y si existen dudas, basta echarle una mirada a las dos preguntas de la encuesta en las que ganó Ebrard.


Porque al proclamar que buscará "una república amorosa" -lo que será su lema de campaña-, AMLO ratifica una vez más que es un político mesiánico, mentiroso, que si bien ayer apuntó su dedo flamígero contra las instituciones, contra los ladrones de cuello blanco, contra los periodistas que lo cuestionamos, contra los que pensaban diferente de él, hoy aparece con piel de cordero y promete su incapacidad para odiar y que, por eso, propone "una república amorosa". Uno de sus clásicos mensajes engañabobos.

Un aplauso a Marcelo y a su padrastro, AMLO, porque se adueñaron de conceptos clásicos de la izquierda mexicana de los años 60 y 70, como los de "movimiento progresista", para engañar a los incautos sin memoria, cuando en realidad los grupos políticos de los que provienen AMLO y Marcelo Ebrard -nos referimos a Carlos Madrazo y Carlos Salinas- son los mismos que persiguieron a la izquierda, emprendieron la llamada guerra sucia y aplastaron al PRD en sus años mozos.

El fin del PRD por Leo Zuckermann


Estos días se conjugaron dos eventos que me hacen pensar que estamos atestiguando el fin del PRD como el principal partido de la izquierda mexicana. El primero fueron las elecciones en Michoacán. El segundo: la elección de López Obrador como candidato presidencial de la izquierda. Explico por qué.

En primer lugar está la derrota de Silvano Aureoles en la elección de gobernador de Michoacán. Se trata de la pérdida de un bastión importantísimo para el PRD: la cuna del cardenismo, que a su vez fue piedra fundadora del partido del sol azteca. Si a esto se suman las derrotas en otros estados que gobernaba el PRD (Zacatecas y Baja California Sur), más el riesgo de que este partido pierda su gran bastión electoral en 2012, la joya de la corona que es el Gobierno del Distrito Federal, lo que tenemos es un panorama devastador para el partido formado en 1989 por una gran diversidad de grupos izquierdistas: desde ex priistas hasta ex comunistas.

Pero hoy el PRD ya no da para más. Está perdiendo elecciones al por mayor. Internamente no ha logrado crear instituciones para procesar los conflictos partidistas. Muchos perredistas han abandonado el barco. Otros han dejado de trabajar a favor del partido. No hay duda: el PRD se encuentra dividido, atorado, y sin combustible para ganar elecciones ni siquiera en los lugares donde gobierna.

En segundo lugar está el acto de ayer donde se anunció que el candidato presidencial del PRD y las otras fuerzas de izquierda será López Obrador. No hubo sorpresas. AMLO ganó en las encuestas y, conforme a lo acordado por él y Ebrard, será el candidato.

Lo interesante del anuncio de ayer fue el lanzamiento de un frente amplio de izquierda que luego pueda convertirse en lo que se denominó como "partido-frente". Porque es evidente que al PRD ya no alcanza, hay que formar algo nuevo sumando a otras fuerzas como el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), así como otros grupos de la sociedad civil e individuos que simpatizan con la izquierda.

Me parece una decisión acertada tomando en cuenta que el PRD ya no da para más. La pregunta es si este nuevo "partido-frente" ahora sí podrá amalgamar a grupos con tantos intereses y convicciones ideológicas divergentes. Porque esa era la idea original del PRD y fracasó. ¿Qué podría ser distinto en esta ocasión?

Por lo pronto hay que reconocer que estos grupos han acatado el acuerdo entre Ebrard y AMLO para definir a su candidato presidencial. Van a volver a lanzar a López Obrador que, si bien se radicalizó en 2006, ahora pretende moverse hacia el centro. De ahí su nuevo discurso más moderado y conciliador. De ahí que públicamente aprecie el apoyo de Ebrard quien, según el tabasqueño, es más popular entre las clases medias y empresariales. Marcelo, al parecer, se convertirá en el personaje para tratar de jalar al electorado más centrista a votar a favor de AMLO.

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López Obrador, por la revancha por Jorge Fernández



Dice el poeta Jorge Luis Borges que “no nos une el amor, sino el espanto”. Yo sinceramente me pregunto qué une a Andrés Manuel López Obrador y a Marcelo Ebrard, no creo que sea el amor, no estoy seguro de que sea el espanto. Son dos políticos tan diferentes, tan distintos, con líneas políticas tan alejadas uno del otro, que sería mucho más fácil identificarlo, a cualquiera de ellos, más con un adversario político que con correligionarios. No estoy diciendo que no puedan, como en los hechos lo han decidido ahora, estar juntos. De alguna forma lo están desde tiempos tan lejanos como 1989. Pueden tener acuerdos, participar en un mismo gobierno o, como dicen que será ahora, participar uno en la campaña del otro. Pero de lo que no dudo es que sus posiciones políticas se alejan cada día más.

Ayer, la encuesta encargada por el PRD decidió que su candidato presidencial (y el del PT y Movimiento Ciudadano) será nuevamente Andrés Manuel. Los resultados de la encuesta son contradictorios: para la mayoría de los encuestados, Marcelo Ebrard tiene mejor imagen y muchos menos negativos, pero López Obrador es preferido como candidato y como eventual presidente. Los resultados ponen de manifiesto la esquizofrenia que vive nuestra izquierda: no es el hombre que tiene mejor imagen y menores opiniones negativas al que prefieren como candidato, sino apuestan por la ortodoxia, más que por la flexibilidad. En última instancia, para su candidatura, prefieren ser conservadores, si por eso se entiende no apostar a la transformación.

Estoy convencido de que Marcelo Ebrard podría haber sido un candidato muy competitivo, con el PRD o con cualquier otro partido. Marcelo me parece uno de los mejores y más talentosos políticos del escenario nacional y por supuesto que su futuro no se cancela con el resultado que aceptó ayer.

Alguna vez habíamos dicho aquí que, en última instancia, para Ebrard hay mucho camino por recorrer. Incluso se puede decir que, dadas las circunstancias que viven el país y su partido, por el evidente deterioro que muestra un PRD que no termina de encontrar su camino, por el tono que ha alcanzado la competencia electoral, Marcelo puede tener mucho más futuro después de las elecciones de 2012 que en ellas.

Claro, eso depende de varias cosas: la primera y principal es que se hayan establecido acuerdos firmes con López Obrador que reflejen lo que mostraron las encuestas, o sea que el peso de Ebrard es políticamente muy similar al del tabasqueño. Segundo, que eso se refleje en el Distrito Federal y me imagino que en Marcelo con una candidatura al Senado. Tercero, que el tono de la campaña de Andrés Manuel le abrirá un espacio a toda una corriente de militantes del PRD que no está de acuerdo con las posiciones tan duras que le llevaron a perder las elecciones de 2006 y a dilapidar el enorme capital político acumulado entonces.

El punto es central porque, independientemente de los acuerdos puntuales, la distancia entre la línea política de ambas corrientes es demasiado amplia.

La propuesta de Ebrard de formar una suerte de Frente Amplio similar al de la izquierda uruguaya va en ese sentido pero, como sucede con muchas otras cosas, las buenas propuestas se pierden si no existe voluntad política para sacarlas adelante.

Creo que Marcelo hubiera sido un mejor candidato para el PRD, PT y MC, pero también que López Obrador será un oponente muy duro para el PRI y el PAN, pues se ha planteado desde hace ya muchos meses que él quiere una confrontación directa, incluso personalizada, con Enrique Peña Nieto: está convencido de que en esa confrontación es donde tiene mayores posibilidades de triunfar. Paradójicamente, que López Obrador esté en las boletas electorales para 2012, no es la mejor noticia para el PRI y Peña Nieto y sí en el caso del PAN, según cómo mueva sus fichas internas. Pero el PAN deberá tomar decisiones mucho antes de mediados de febrero porque lo cierto es que desde hoy queda muy claro que Peña Nieto y López Obrador han comenzado sus campañas y también su confrontación. Alguien dirá que eso le puede convenir al PAN porque evita así la confrontación y el desgaste. Puede ser, pero también lisa y llanamente puede ocurrir que, cuando quiera ingresar en el juego, descubra que ya quedó fuera de él.

Creo que López Obrador, aunque jamás lo diga, aprendió de sus errores de campaña pasados. No sé si le alcanzará para cambiar la imagen y las opiniones negativas que las encuestas mostraron, una vez más, que constituyen su mayor debilidad electoral. Pero no me cabe duda de que, aunque ahora está lejos de encabezar cualquier encuesta, si realmente tuvo ese aprendizaje, será un competidor durísimo para cualquiera.